—Príncipe Heredero —saludó Rosina e hizo una reverencia.
—Señorita Rosina, su belleza tras la máscara fue impresionante —complementó Gastone y colocó un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Gracias —declaró Rosina y dio dos pasos atrás para crear algo de espacio entre ellos.
Esa acción hizo que Gastone frunciera el ceño, pero no le dio mucha importancia. —¿Cómo está?—preguntó.
—Me siento agotada después de tantas horas sentada. ¿Le importaría si tomo mi descanso primero, Príncipe Heredero? —dijo Rosina suavemente para no herir los sentimientos de Gastone por su rechazo indirecto.
—Puede hacerlo, Señorita Rosina. Descanse bien —dijo Gastone y despidió a Rosina con un gesto cuando ella hizo una reverencia y se alejó.
La sonrisa de Gastone se desplomó, y sus ojos amables fueron reemplazados por aburrimiento. Giró la cabeza hacia un lado, salió del edificio y montó en el carruaje que le esperaba afuera.