—El aroma de su excitación lo envolvía todo, impregnado en el aire y el vapor a su alrededor —Eli respiró hondo, sintiéndose eufórico, como si acabara de tragarse una dosis letal de afrodisíacos.
—Tal vez lo había hecho. Quizás así era como Harper ejercía su magia secreta sobre él, cómo lograba llevarlo al borde de la locura con apenas el toque más sencillo. Aún le dolía la ingle por la sensación de ella frotándose contra él, y estuvo tan cerca de perder el control cuando lo hizo. Todos sus instintos gritaban, incitándolo a levantar un poco más sus caderas y penetrarla, perderse en el calor estrecho y acogedor de su cuerpo. Apenas había logrado contenerse… y ahora, con el aroma de ella y sus gemidos quemándose en todos sus sentidos, el impulso volvía a surgir, haciendo que su polla se contrajese de deseos.