La aventura del domingo fue sorprendentemente emocionante. Por mucho que el espectáculo de la paleta de hielo de Harper casi lo matara, Eli deseaba más, y la imagen de esa tierna palomita haciendo algo tan sexy mantuvo una sonrisa en su cara mucho después de que su salida terminara.
Se encontró aún llevando exactamente esa sonrisa cuando llegó a su oficina el lunes por la mañana. No hace falta decir que no era una expresión a la que cualquiera estuviese acostumbrado a verle durante la semana.
—¿Tuviste un buen fin de semana? —Justin apareció en la puerta justo tras él. —Hmm, desbordando energía y rasgado por mucho sol. Esa apariencia podría representar cierto tipo de amenaza para todas las jovencitas en este edificio hoy.
Eli no prestó atención al usual estilo de comentarios impertinentes de su asistente. —Aproveché algo de tiempo en la playa —dijo simplemente y tuvo cuidado de no dejar que una sonrisa se colara en su tono.