—No necesitó más persuasión —con un único movimiento suave, se lanzó hacia adelante, envainando su ser en el acogedor cuerpo de ella.
Allí estaba, la sensación aún nueva pero ya familiar de ella que lo hacía temblar en el momento en que estaba dentro. Después de todo lo de anoche, Eli no pensaba que pudiera sorprenderse más por lo que les esperaba hoy, pero en cuanto la imposible suavidad y calor lo envolvieron, sumiéndolo en una oleada de calor apretado, se sintió eufórico de todos modos, abrumado por el asalto fresco y celestial a sus sentidos.
—¿Se acostumbraría alguna vez a esto? ¿A esta sensación de estar conectado tan íntimamente con alguien tan especial, de ser consumidos y poseídos mutuamente de todas las mejores maneras?