Fil nunca imaginó que era más fácil fingir una lágrima que una sonrisa. Su viaje por la venganza amplió sus horizontes sobre las personas, sobre sí misma. Mirando al espejo con lágrimas en los ojos, los bordes de sus labios se curvaron en una sonrisa divertida.
—Es asombroso —susurró, viendo cómo sus lágrimas manchaban sus mejillas—. Mis ojos están empezando a hincharse.
Tocó la esquina de sus ojos con las yemas de sus dedos, conteniéndose apenas de reír. —¿Me estoy volviendo loca, Jack?
—¿Lo estás? —la voz de Jack salió del teléfono en la esquina del mostrador del lavabo del baño—. A mí me pareces perfecta.
—Jaja —se rió, frunciendo el rostro para forzar más lágrimas—. ¿Crees que él... llamará?
—¿Cuál de ellos? —preguntó Jack sarcásticamente—. ¿El legal? ¿O el otro contendiente? Obviamente no soy yo, ya que ya estoy en línea.