—Dormir.
Fil observó cómo Jackson cerraba lentamente los ojos hasta que sus respiraciones se hicieron más profundas. Sus ojos se suavizaron, acariciando su delgada mejilla solo con la yema de sus dedos. Habían estado hablando toda la noche hasta que el cielo oscuro se tornó azul.
Para ellos, para Jackson, no dormir no debería ser un problema.
—¿Estás segura de que no quieres que él sea parte de esta conversación, Filomena? —De repente, otra voz masculina se oyó en la habitación. Fil no miró a la persona, que de repente apareció en la habitación justo después de que ella sumiera a Jackson en un sueño tranquilo. Ya había adivinado quién era solo por el sonido de su voz.
—Alamo, ¿estuve equivocada al llevármelo conmigo? —preguntó, los ojos todavía puestos en el rostro de Jackson.