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—Me amaste. Me amaste de verdad, profundamente y sin condiciones. Gracias por todo. Lamentaría perderte el resto de mi vida, pero te estoy dejando ir.
—Gracias, Vincente —Fil asintió en agradecimiento—. Al escucharte decir todo eso, me hace pensar que has crecido.
—No crecí. Solo... desperté después de que la realidad me dio una bofetada en toda la cara.
—¿Te dolió?
—Perdí un diente.
—Entonces, me alegro por ti —Lentamente, una sonrisa se adueñó de su rostro mientras tomaba su taza de té una vez más—. Si la realidad no te hubiera abofeteado, lo habría hecho yo misma.
—Vincente extendió los brazos casualmente sobre los reposabrazos —Entonces, ¿estamos bien?
—Depende de cuánto tiempo puedas mantener esa fachada.
—Entonces, supongo que estamos bien esta noche.
—Se rieron al unísono.
—Entonces, ¿cómo está Valerie? —ella preguntó por pura curiosidad.
—Ella está... bien —Vincente asintió—. Ella volvió a la escuela.