Mientras tanto...
—¿Qué debería hacer? —Fil iba y venía, mordiéndose la punta del pulgar—. ¿Le digo que Kenzo cambió de planes? ¿O simplemente me dejo llevar?
Fil se agarró el pelo, angustiada. Solo estaba jugueteando con Marcus, asumiendo que no aceptaría su sugerencia. ¿Quién hubiera pensado que el hombre aceptaría?
—¿Quién en su sano juicio aceptaría encontrarse tan casualmente con el hombre al que golpeó? —susurró, deteniéndose en seco al cambiar su expresión—. Pero luego, este es Marcus.
Fil se agarró el pelo con ambas manos de nuevo, tomando esto como otra lección aprendida. Mientras lamentaba su error, de repente sonó su teléfono. Fil no lo pensó dos veces, saltó sobre la cama y contestó la llamada sin un segundo de vacilación.
—¡Hola!
—Ese no es el ánimo que esperaba —señaló Jackson, la persona al otro lado de la línea, inmediatamente—. Déjame adivinar, ¿me extrañaste?
—No a ti, pero me siento celosa. Parece que ustedes se están divirtiendo.
