—¡Gracias por recibir esta paliza y darnos empleo! ¡Estamos agradecidos! —Lillian les sonrió a los pacientes.
—..... —Los pacientes y sus padres la miraron con incredulidad y estupor.
Pensaban que Madison estaba loca, dado lo que decía. Y se sintieron esperanzados cuando Lillian la reprendió y decidió arreglar las cosas.
Ahora, se arrepentían de creer que la otra hermana no sería tan loca como la primera.
—¡Ya nos disculpamos por el retraso~! —dijo Lillian mientras su figura se desvanecía y aparecía entre las camas de los pacientes—. ¡Y ahora es momento de trabajar!
Arran se sobresaltó cuando una jeringa apareció mágicamente en su mano levantada. Sus ojos se contrajeron, pues la aguja era muy grande.
Lillian presionó el émbolo para eliminar algunas gotas del líquido médico y luego se giró hacia Arran.
—¡Sé un buen chico y acéptalo! —Los ojos de Lillian brillaron mientras posicionaba la aguja.