—¡Así que no confía en ti! —comentó Kiba.
—¿¡Que no confía en mí!? —La expresión de Sandra titiló.
—Este anillo registra todas las estadísticas físicas de tu cuerpo —explicó Kiba con una sonrisa—. Así que, cada vez que tu corazón se agite o estés excitada o alcances el clímax, tu viejo marido lo sabrá.
Sandra no le creyó. Supuso que estaba intentando crear discordia entre ella y su esposo para meterse en sus bragas.
—¿Cómo sabrías eso? —preguntó por si acaso.
Kiba tocó el anillo y corrientes de energía dorada lo envolvieron. Un sonido apenas audible de 'clic' resonó y la carcasa del anillo se abrió, exponiendo los implantes mecánicos ocultos.
—Una empresa fantasma mía vende estos artículos —respondió Kiba con la prueba en mano—. Bueno, en lugar de artículos, me gustaría decir regalos especiales.
Sandra tembló al ver los implantes ocultos en el anillo y al escuchar su respuesta.