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En medio de estructuras en forma de cúpulas cristalinas, chorros de fuego azotaban alrededor de Zed mientras él miraba a Jenina y a los demás.
Sophia estaba atónita. Jamás esperó que él perdiera su característica serenidad, y menos aún porque le concerniera la supervivencia de algunos alienígenas.
Ella observó a las dos criaturas similares a gallinas y al huevo que estaba en medio del proceso de eclosión. La docena de Fragmentos del Origen de la Vida continuaba proyectando un resplandor carmesí sobre el huevo, transfiriendo vitalidad.
Sophia luego dirigió su mirada hacia otros organismos alienígenas que tenían apariencias feroces pero casi ninguna fuerza. Basándose en todo lo que había ocurrido hasta ahora y en su conocimiento, no le fue difícil darse cuenta de por qué estos organismos alienígenas parecían tan débiles, excepto por esas dos criaturas similares a gallinas.