La anteriormente frondosa vegetación ahora ardía bajo el fuego forestal. Pequeñas formas de vida en las cercanías corrían por sus vidas.
Los árboles emitían un sonido chisporroteante a medida que las llamas los envolvían, convirtiéndolos en cenizas. Humo y olas de calor chamuscaban alto en el cielo.
En el suelo, en medio del fuego forestal, Ashlyn y Zed una vez más se enfrentaron. Aunque ella había retraído los discos, continuaban girando, emitiendo un resplandor azul.
La mirada de Ashlyn se deslizó por su hombro y estómago sangrantes antes de posarse en su rostro.
—¿Eres Zed? —preguntó Ashlyn, su voz fría llena de dudas.
—Sí —respondió Zed.
Él estaba sorprendido por su pregunta que era cualquier cosa menos normal dadas las circunstancias. Pero por otra parte, por su reacción, estaba seguro de que ella detuvo su ataque debido a que él mencionó su nombre. Esto lo desconcertaba enormemente.
Ashlyn lo observó por un momento antes de hacer otra pregunta.
—¿Eres su hermano?