Zed no le gustaba que le llamasen sinvergüenza. Creía que no había hecho nada malo como para que tal palabra se asociara con él.
—¿Intentas convencerme a mí o a ti mismo? —preguntó Agatha con una sonrisa tenue. Le llevó algo de tiempo, pero el shock inicial había pasado.
Zed notó su sonrisa y solo pudo permitir que ella tuviese la ventaja sobre él por el momento.
—No esperaba que me trajeras a tu casa —Agatha se recostó sobre una columna.
Zed miró el sol poniente por un momento antes de voltearse hacia ella.
—Voy a salir de viaje personal y es muy probable que dure entre un mes o dos —Zed explicó lentamente sus razones—. Y hasta que regrese, quiero que estés aquí si estás de acuerdo.
Agatha se sorprendió por su explicación. Lo observó por un momento antes de preguntar, —¿Puedo saber a dónde vas para no estar seguro del período de tiempo?