Lin Huanhuan preguntó con curiosidad:
—¿Quién es?
—No lo sé. Cuando fui a abrir la puerta, no había nadie allí —Bai Di colocó la bolsa de piel frente a ella—. Esto estaba colocado en el suelo. La persona debió haberlo dejado ahí.
Lin Huanhuan vio que la bolsa estaba llena de bayas rojas y no pudo evitar mostrar sorpresa:
—¡Hay tantas bayas rojas!
—¿Quieres algunas? —preguntó él.
Lin Huanhuan negó con la cabeza:
—No las voy a comer. La bolsa fue colocada en la puerta de la casa del brujo médico. Debe ser para el brujo.
—Está bien si quieres algunas. Yo recolectaré más tarde y se las devolveré al brujo médico.
—No, aún no he terminado esas bayas rojas que me dio el brujo médico. Será mejor dejar estas para el brujo. No es educado tomar nada de nadie.
—Está bien —Bai Di dejó la bolsa de piel a un lado, luego extendió la mano para tocar el trasero de Lin Huanhuan—. ¿Por qué sigues sangrando? —preguntó con el ceño fruncido.
Lin Huanhuan se sonrojó: