Cuando Huanhuan se despertó, se dio cuenta de que había vuelto a la casa.
Su cuerpo entero estaba dolorido y débil, especialmente debajo de su cintura. Apenas podía sentir nada.
Al recordar las interminables demandas de Xue Ling la noche anterior, estaba furiosa.
—Había dicho claramente que no, pero ese tipo todavía se negó a soltarla.
—Y esas posiciones vergonzosas. Solo pensar en ellas la hacía sentir avergonzada.
Huanhuan se frotó la cintura adolorida. —¡Sinvergüenza viejo gamberro!
El 'viejo gamberro' empujó la puerta y entró. Ya no era la bestia que había sido la noche anterior. Se sentó junto a ella, vestido pulcramente, y extendió la mano para masajearle la cintura.
—¿Todavía duele? —preguntó Xue Ling.
Huanhuan lo miró con debilidad. —¿Qué crees? —respondió.
Xue Ling sonrió en silencio. Dejó que Huanhuan se recostara en la cama y extendió la mano para desvestirla.
Huanhuan se asustó tanto que rápidamente se cubrió el pecho. —¡¿Qué haces?! —exclamó.