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Sally sostenía el huevo dorado, el cual ni siquiera había visto antes de que Xiaomei la teletransportara lejos.
Ahora, al verlo, la conexión de sangre entre madre e hijo brotó dentro de ella.
—Es mi hijo. —No hay duda de ello.
—Smack— Sally le plantó un gran beso—. Mi dulce bebé, ven, toma un baño con tu hermana.
Sally colocó directamente a Xiaoqi en el lago dorado.
Manman todavía dormía, con las patas al aire, su corona de plumas coloridas completamente sumergida en la sangre divina.
—Xiaomei, esta sangre divina cuenta como uno de los tesoros que he elegido, ¿verdad? —preguntó Sally.
—Si el anfitrión puede encontrar la Reliquia Transmitida de Qing, entonces todo aquí pertenecerá al anfitrión —respondió Xiaomei.
—De acuerdo, buscaremos la reliquia primero —asintió Sally—. Los niños no tendrán problemas en remojarse en el líquido divino, ¿verdad?
—No hay problemas —contestó Xiaomei.