—¡Wow! —Un grito de sorpresa surgió de la mesa.
—¡Gracias, hermano! —Aron Jackson sostuvo los cien mil en efectivo frente a Julio Reed y preguntó—. ¿Alguien más quiere venir?
—¡Yo lo haré! —El fracaso del primer invitado no sobrió al resto. Por el contrario, más gente estaba ansiosa por intentarlo.
La mentalidad de estos clientes del bar siempre era la misma; siempre pensaban que podrían tener éxito. Pero a menudo, solo después de su fracaso podían verse claramente a sí mismos. Después de varias rondas, muchos se fueron decaídos, habiendo llegado llenos de combate, pero cuando dejaron sus asientos, todos parecían gallos derrotados...