—¿Quieres decir que no quieres que te toque porque te hago sentir algo? —preguntó Nicolai con alegría infantil—. ¿Te has enamorado de mí, Pallas?
Por supuesto, la terca mujer negó con la cabeza. Pero sorprendentemente no salió ninguna palabra de esa molesta boca.
—Entonces necesitas dejar de mirarme así, es como si estuvieras rogando que te bese.
Ariana negó con la cabeza otra vez, pero no lo apartó. No salieron palabras antagonistas ni despectivas de esa maldita boca.
Simplemente lo miraba bonito, como si estuviera esperando que él cumpliera lo que prometió.
—Mierda —maldijo Nicolai mientras llevaba una de sus manos a cubrir su cara—. Joder a esta zorra. Era una de las mujeres más exasperantes que había visto, y eso que Nicolai había visto incontables mujeres.
Pero también era la única que hacía que su cuerpo ardiera con un dolor que Nicolai nunca había experimentado antes.