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Chapter 3 - Un acontecimiento que cambiaría a la humanidad (2)

La humanidad se encontraba al borde de la extinción. Un planeta errante se dirigía a toda velocidad hacia la Tierra, y no había forma de escapar. Los campos gravitacionales de los planetas cercanos impedían cualquier intento de evacuación espacial, convirtiendo las naves en chatarra antes de que pudieran alejarse lo suficiente. La desesperanza se apoderó de todos, resignándose a un destino cruel e inevitable.

El día del impacto llegó. La gente se reunió con sus seres queridos, esperando el fin. Pero en el último momento, algo increíble ocurrió. La Tierra comenzó a rugir como un animal furioso que despierta ante el peligro. El suelo temblaba bajo los pies de todos, como si la Tierra misma estuviera luchando por su supervivencia. Y entonces, liberó una energía que parecía surgir de su propio núcleo.

Era una luz deslumbrante, tan brillante que parecía un segundo sol. Se elevó hacia el cielo, atravesando la atmósfera y extendiéndose hacia el espacio. La luz era tan intensa que las personas tuvieron que cubrirse los ojos, pero aún así podían verla a través de sus párpados cerrados.

Cuando finalmente pudieron mirar, vieron algo que les dejó sin aliento. La energía liberada por la Tierra había formado una especie de escudo alrededor del planeta. Era una barrera de luz pulsante, un muro de energía que parecía estar vivo. Y cuando el planeta errante chocó contra él, se desintegró.

Las personas observaban con asombro cómo los restos del planeta errante eran absorbidos por la Tierra. Era un espectáculo increíble, algo que parecía sacado de una película de ciencia ficción. Pero estaba sucediendo justo delante de sus ojos, y no podían hacer otra cosa que mirar con asombro y maravilla.

Los científicos, tanto de la NASA como de otras organizaciones, se negaban a creer lo que estaba sucediendo. Decían que era imposible, pero no tuvieron más remedio que aceptarlo. Estaban presenciando un fenómeno nunca antes visto, un evento que cambiaría para siempre la forma en que entendían el universo.

El efecto de la energía liberada fue inmediato y abrumador. La luz brillante iluminó el cielo nocturno, convirtiendo la noche en día. Los árboles y las plantas parecían cobrar vida bajo su resplandor, y los animales se quedaron en silencio, como si comprendieran la magnitud del evento.

Las personas reaccionaron de formas diferentes. Algunos cayeron de rodillas, sobrecogidos por la belleza y el poder de la luz. Otros lloraban, sus lágrimas reflejando el brillo del cielo. Algunos se abrazaban, encontrando consuelo en el calor humano en medio de lo desconocido. Y había quienes simplemente se quedaban mirando, incapaces de apartar la vista del espectáculo sobrenatural.

El origen de la energía protectora era un misterio. Algunos creían que era un regalo de los dioses, una señal de que la humanidad estaba destinada a sobrevivir. Otros pensaban que era el resultado de alguna tecnología antigua y olvidada, activada en el último momento para salvar a la Tierra. Pero la verdad era que nadie lo sabía. Y ese misterio añadía una capa de intriga y asombro a la ya increíble situación.

La energía liberada no parecía tener un efecto físico directo en las personas. No causaba dolor ni malestar. Sin embargo, todos los que estaban expuestos a ella sentían una especie de hormigueo, una vibración que resonaba en sus huesos. Algunos informaron de una sensación de ligereza, como si de repente pesaran menos. Otros dijeron que sentían una calidez reconfortante que se extendía desde su pecho hasta las puntas de sus dedos.

Los gobiernos y líderes mundiales reaccionaron con una mezcla de asombro, miedo y alivio. Al principio, hubo pánico. Los líderes se apresuraron a poner en marcha planes de emergencia, preparándose para lo peor. Pero cuando la energía liberada por la Tierra comenzó a desintegrar el planeta errante, el miedo se convirtió en asombro.

Las naciones se unieron para observar el fenómeno, compartiendo datos y teorías en un esfuerzo por entender lo que estaba sucediendo. Los líderes mundiales hicieron discursos, instando a la calma y a la unidad. Hablaron de un nuevo comienzo, de una segunda oportunidad para la humanidad.

Pero a pesar de sus palabras de esperanza, había una tensión subyacente. Nadie sabía qué efectos a largo plazo podría tener este evento en la Tierra o en su gente. Y aunque la crisis inmediata había pasado, todos sabían que el futuro aún estaba lleno de incertidumbre.