Ellie
Blade era un tramposo. No le cabía duda de que se había transformado lo suficiente como para usar sus dientes de lobo para morder a River. La sangre que había en el suelo era suficiente para demostrarlo.
Sin embargo, su propio Beta la ignoró cuando se lo señaló y ni siquiera su padre detuvo la pelea. Si River no hubiera ganado, habría tenido que protestar por la victoria.
Pero River había ganado. Ellie todavía estaba en shock. No podía creerlo. De todos los Alfas, él era por el que ella se había sentido más atraída desde el principio. Ahora, iban a casarse.
Casarse. Esa era una palabra en la que no había pensado mucho a lo largo de los años. Pero ahora, al verlo de pie, victorioso, con una enorme sonrisa en su rostro, se sintió muy agradecida a la Diosa de la Luna por haberlo traído hasta ella. Sin embargo, él había ganado el torneo por sus propios méritos. Era el más fuerte, el más rápido y el mejor luchador de todos.
Y era suyo.