Violeta no sabía qué decir ante eso.
Ahora más que nunca, no podía pensar en casarse con Lance.
Tenía a Jack y no iba a renunciar a él para cumplir otro de los deseos de Arden. Y menos uno que implicara el matrimonio.
—Lance, no creo que podamos funcionar juntos. Quiero decir... Eres básicamente mi hermano. Nos criamos juntos y te considero igual que a Gwen —dijo Violeta intentando explicarle sin sonar grosera o herir sus sentimientos.
No sabía exactamente lo que él sentía por ella, pero podía hacerse una idea por la forma en que siempre la trataba.
Sin embargo, en ese momento, lo único que quería decirle era lo que se sentía al encontrar a tu pareja. Él nunca podría saber lo bueno que era eso, porque hasta donde ella sabía, su pareja no era de la Manada Diamante.
O tal vez lo era, solo que Lance aún no la conocía.
En cualquier caso, Violeta no podía arriesgarse a decirle a Lance que había encontrado a la suya.