Amelia no tenía intención de quedarse dormida, pero se despertó bruscamente de un sueño en el que se perdía en el bosque. Sentir a Julian y Lucas a cada lado de ella tuvo un efecto calmante instantáneo, ayudándola a volver a acostarse en la cama por un momento.
Lucas le lanzó pequeños besos a lo largo del cuello. "Oye, Bella Durmiente", bromeó.
Julian gimió y se estiró, dándole un dulce beso en la mejilla.
"Tenemos que irnos, no debiste dejarme quedarme dormida", se rió Amelia. Si fuera honesta consigo misma, no quería irse. Ella nunca quiso moverse. Era agradable sentirse seguro y tranquilo, protegido a ambos lados por enormes lobos cambiaformas.
"Probablemente necesitabas descansar. Tenemos un gran viaje por delante. Puede que entonces no duermas mucho", le recordó Julian, meneando las cejas.
"Saca tu mente de la cuneta, tenemos mucho trabajo que hacer", le dijo Amelia, empujándole el hombro.