*Reyezuelo*
Pasé todo el día con el estómago hecho un nudo. Recibí un cuervo poco después del desayuno. Las brujas habían aceptado reunirse conmigo.
El cuervo dejó caer un pequeño frasco lleno de un elixir de color púrpura intenso, indicando que las brujas no vendrían al castillo. Debía encontrarme con ellos en la tierra entre los sueños y la vigilia.
Estaba demasiado lejos para viajar hasta ellos. Si tuviera un poco más de tiempo lo haría en un abrir y cerrar de ojos. La tierra entre los sueños y la vigilia era inquietante. Nada era lo que parecía, actuando y comportándose en contradicción con su naturaleza. También estaba lleno de demonios que aprovecharían la oportunidad de poseer tu alma.
Lo odié. Me puso la piel de gallina. Pero necesitaba respuestas que sólo las brujas podían darme.