*Liana*
Acababa de ducharme. Me estaba secando el pelo mientras caminaba hacia la cama, con la cabeza gacha. Oí vagamente algún movimiento. Levanté la vista y vi una sombra negra que entraba de un salto por la ventana. Abrí la boca para gritar, pero me la tapó.
Un olor familiar me envolvió. Miré la cara a escasos centímetros de la mía. Era Edmond.
La rabia que había conseguido calmar volvió a arder tras asustarme con él.
En cuanto me soltó, retrocedí unos pasos y le miré fríamente. "¿Qué crees que estás haciendo, entrando por la ventana? Lárgate".
Edmond dejó de sonreír, pero no se marchó. Se quedó allí aturdido, lo que me dejó perplejo.
Pensé: "¿Qué? ¿Te metiste por la ventana tan tarde por la noche sólo para mirarme en silencio? Antes no me explicabas nada cuando te ibas. Ahora que estás aquí, ni siquiera me importa'.
Cuanto más lo pensaba, más me enfadaba. Cogí una almohada y se la lancé. Apunté a la ventana y apreté los dientes. "¡Vete por donde has venido!"
