Punto de vista de Regulus
Abrí de golpe la puerta del carruaje que Raquel y yo compartíamos justo cuando vomité sangre negra en el suelo. Sangre de demonio, la maldición de mi herencia, que sólo aparece bajo esta noche tan impía. Noches de luna nueva.
Las piernas me fallaron en cuanto crucé el umbral, la puerta seguía chirriando en sus goznes mientras me arrastraba hacia el interior de mi habitación. Siempre me dolía, hiciera lo que hiciera para mitigar el dolor, siempre me dolía. Lanth no habría tenido que sufrir tanto como yo; nacido fuera del matrimonio, unido a mi madre sólo por el nombre, habría sido un Sidhe completo, capaz de controlar la perversión de nuestra abuela. Pero yo...
Sólo la mitad.
Mi forma cambió, destrozada por la falta de magia que la luna nos regaló a los Fae, arrastrada por el Caos que reinaba con los demonios, el cielo un reflejo del Vacío que no se veía a nuestro alrededor. Atrapados tras el velo, su prisión.