El punto de vista de Raquel
Me quité el anillo del dedo, me lo volví a poner y me lo volví a quitar.
Doxy, humano, y de vuelta.
Todas las formas yo, pero...
Volví a ponerme el anillo y vi cómo mis orejas puntiagudas se reducían hasta convertirse en redondas como las de un humano, cómo las pequeñas marcas verdes alrededor de mis dedos se desvanecían hasta que sólo quedaba la piel color duna. El verde se escurría de mi pelo, marrón oscuro aceptable donde no lo había. Mis ojos seguían siendo de color avellana, pero se habían oscurecido considerablemente, perdiendo algún tipo de brillo -una luz de fondo-. Las alas desaparecieron sin dejar rastro, sin erosionarse ni enmascararse lentamente, simplemente desaparecieron. Mi cuerpo seguía siendo mío, bastante humano aunque inusualmente pequeño. Podía enmascarar la forma física de mis brazos y piernas con la fuerza de una campesina en las circunstancias adecuadas.