El punto de vista de Raquel
"Puedes dejar de seguirme cuando quieras", dije por encima del hombro,
"No te estoy siguiendo -dijo Regulus escuetamente-. "Simplemente voy en la misma dirección. NO-¡No aceleres, Ra-RAQUEL!"
Fue un poco cruel de mi parte, dejar a Su Alteza (aterrorizada) en el polvo, pero St. Urtha parecía tan alejada de cualquier esclavizador u otros malos elementos que lo peor con lo que Regulus tendría que lidiar era con niños carteristas. Dioses, necesitaba darme espacio. Ambos habíamos sufrido mucho. El aire del exterior nos vendría bien, pero él seguía resistiéndose a cada paso que daba.
Había estado huraño desde que pusimos un pie fuera del monasterio y en la ciudad.
Sólo se me ocurrió, mientras estaba allí, como un pez fuera del agua, una buena cabeza y hombros por encima de la mayoría de los humanos, gracias a su altura Sidhe, que probablemente nunca había visto tantos humanos en su vida.