El punto de vista de Raquel
Volví en mí con un sobresalto, balanceándome para golpear al maldito bastardo en la cara. Después de decirle expresamente...
Mi puño voló por los aires, sin encontrar a ningún príncipe. Dejé caer los brazos a los lados, con el pecho agitado, mientras buscaba a mi alrededor... allí estaba.
Regulus dormía y -el gran pecho agitado de Gaia- roncaba como si fuera parte de la familia de los orcos o los trolls. Se había dado la vuelta por la noche, tumbado en la cama boca arriba, con la boca abierta mientras roncaba. Un chorro constante de baba le goteaba por la comisura de los labios y empapaba la almohada. Parecía que yo también me había movido por la noche y había robado la mayoría de las mantas, envolviéndome.
Desafortunadamente, eso dejó a Regulus expuesto en toda su gloria natural.
Su erección natural, su gloria que deja boquiabierto.