*Arealla*
No esperé a que Marcus reaccionara. Me aparté de él.
Y me dirigí a la Diosa de la Luna.
Esto no era sobre él y yo. Esto tenía que ver con Marcus, sí, pero no era todo sobre él.
Se trataba de mí, en realidad. Y de los dones que me había dado la Diosa de la Luna. No ataría esto sólo a él, ni a la experiencia ni a la habilidad. Me había contentado perfectamente con vivir en este mundo como yo misma, con ser parte de esta manada.
Y nada de eso había sido para él.
Yo no haría esto sobre él ahora.
Extendí las manos hacia delante. Sentí la luz de la luna en la piel. No tenía ni idea de cómo era posible, pero la sentía con la misma seguridad que sentía el viento.
Era una sensación ligera, un calor y un frescor a la vez. Y sentí que se filtraba en mí, a través de mi piel, por cada poro de mi cuerpo.
Y sentí que la Diosa Luna me guiaba en esto. Sentí su voz susurrándome en los vientos. Sentí su calma y su energía. Sentí cada parte de ella fluyendo a través de mí.
