**Callan
Estar tan cerca de ella en un momento como éste era embriagador. El olor de su champú cítrico flotando en el viento del agua, la forma en que las luces y las estrellas nadaban en sus ojos, la forma en que sonreía nerviosamente como si estuviera dando un acto de fe.
La playa de Copacabana estaba llena de gente, algunos abrazándose, otros riendo y bailando. Ninguno de ellos nos estaba prestando atención. Y como estábamos lejos del resto de nuestras contrapartes comerciales, tuve la libertad de llevar este momento un paso más allá.
Deslizando mis manos por su espalda, la acerqué despacio a mí. Ella arrastró un poco los pies para acomodarme.
—¿Quieres decir? —Yo le pregunte a ella.
Ella asintió y se puso de puntillas, inclinando la cabeza hacia atrás. Ella se apretó a mi camisa para mantener el equilibrio y yo la rodeé con más fuerza con mis brazos.
—¿Podrías dejar de mirarme y besarme ya? —dijo ella riendo.
