Judy se inclinó para robar un beso. Podía sentir sus labios rozándome, pero justo antes de que se encontraran, me retiré.
—Lo siento, Judy, pero no puedo —susurré—. Debo regresar a casa.
Me puse de pie, pero Judy me detuvo agarrando mi manga. Sus ojos reflejaban dolor, pero también ternura.
—Noah, disculpa si fui demasiado insistente —dijo—, pero necesitas entender cuánto significas para mí. Crecimos juntos, éramos amigos cercanos. Por favor, comprende que mi único deseo es verte feliz.
Una sonrisa asomó en mis labios mientras la abrazaba. Su abrazo era cálido y reconfortante.
—Te agradezco, Judy —respondí. —Quizás la próxima vez. Tal vez no deberíamos estar tan ebrios.
Judy esbozó una sonrisa burlona cuando me alejé.
—¿Rendirte tan rápido? —Atlas me detuvo al alcanzarme—. Creía que planeabas tener una noche de pasión con esa chica.
—Judy no es una chica cualquiera, Atlas. La conozco desde la infancia. Es buena persona —comenté.
