A la mañana siguiente, Lacey se despertó temprano con ganas de llegar al ring de práctica. Raye quería reunirse con ella temprano, por lo que pensó que era mejor averiguar qué quería.
Lacey pensó en su conversación con Julien y se alegró de que hubiera aceptado entrenar a los Guerreros de la Manada. Era el mejor para el trabajo y tenía más experiencia que todos los demás en la manada. Y con la experiencia viene el conocimiento y años de estrategia.
Además, coordinar a los guerreros para que trabajaran juntos como un equipo sería su mejor oportunidad para derrotar otro ataque de las Garras Salvajes, lo cual era inevitable.
Las Garras Salvajes eran guerreros rebeldes sin manada. Cada uno de ellos había sido expulsado de sus propias manadas o integrado de otras manadas después de que la suya fuera diezmada, por lo que formaron su propia manada. Pero se sabía que eran nómadas y necesitados de bienes propios.
