Mae
Habían transcurrido tres días desde la llegada de Mae a la casa de su abuela, y sentía la urgencia del tiempo avanzando implacablemente. Ataviada con prendas que encontró en el antiguo guardarropa de su madre, Mae inhaló profundamente, intentando no obsesionarse con la proximidad de la fecha límite impuesta por su padre.
—Tienes que aprender a resistir, a mantener un control sostenido —la instrucción de su abuela resonó en su mente.
La abuela de Mae no era precisamente una maestra cálida y afectuosa. Mae no pudo evitar sonreír ante la ironía de que su abuela y su padre compartieran una antipatía mutua, dado lo que sentían el uno por el otro. Mae se esforzó por seguir sus indicaciones y se concentró en mantener en alto las ramas que flotaban sobre ella.