Y con esa sonrisa notó a un hombre erguido apareciendo en el espejo.
Inesperadamente encontró la profunda mirada de Dongfang Yu, olvidándose de retraer su sonrisa.
Los oscuros ojos del hombre también se congelaron ligeramente por un momento.
En ese instante, era como si un hermoso pájaro pasara volando, sus rasgos y su sonrisa parecían revolver algo en el fondo de su corazón.
Dongfang Yu no se dio cuenta de que su mirada hacia ella ganaba una intensidad añadida.
—Señor Presidente… —Al verlo, los maquilladores lo saludaron rápidamente.
Dongfang Yu asintió ligeramente, su mirada todavía fija en la Hai Xiaotang del espejo.
Los demás se fueron de la habitación con tacto, dejando solo a los dos.
Hai Xiaotang ya había desviado su mirada. Tomó su bolso con joyas y se levantó, volteándose para enfrentarse a él:
—Vamos, ya estoy lista.
Dongfang Yu la observó, su voz carecía de su usual frialdad:
—Sabes lo que debes hacer esta noche, supongo que no necesito decirlo.
