Chapter 2 - 2

Mis piernas avanzaban, se arrastraban en el suelo ante el pesimismo de la brutal experiencia anterior. Todo lo que hice fue en vano, es cierto que alegré momentáneamente sus corazones, pero uno de los motivos por los que no me uní a su festejo, es porque no era la primera vez que sucedía. Soy humano y mi cuerpo no es tan fuerte o resistente como quisiera que fuera. Luchar todo el tiempo, de forma constante y estar alerta ante cualquier mínima posibilidad de peligro era algo muy desgastante. Las heridas que continuamente se formaban en mi cuerpo eran una pesadilla. El cansancio que me poseía ahora mismo era con lo que tenía que luchar, sumado a los pensamientos negativos que atravesaban mi mente en esos momentos. No pude salvar a nadie una vez más. Solté un suspiro con pesadez, alzando la vista en medio de todos esos árboles putrefactos y desaliñados; una pequeña cabaña. ¿Oculta aquí en el bosque? Hasta hace un momento me fue imposible verla. Quizá podría camuflarse entre la muerta vegetación del entorno, pero aún así era lo suficientemente grande para distinguirla. Me quedé de pie, tratando de encontrarle un sentido. ¿Era el cansancio lo que me impidió darme cuenta de ello?

— Muévete un centímetro y todo lo que verás será tu sangre desprenderse de tu cuerpo. Asiente lentamente con la cabeza si entiendes.

Habló una voz mayor, provenía detrás de mí, ¿una anciana? Sentí como una sensación eléctrica invadió todo mi cuerpo en segundos, de alguna manera sabía que algo me tenía a su merced. La amenaza no era solo palabrería por si sola. Tragué saliva y obedecí manteniéndome totalmente quieto inclinando lo más despacio posible mi cabeza al frente para afirmar.

— ¿Quién te envió a buscarme? No quiero trucos.

— ¿Disculpa? —cuestioné confundido.

— Vuelves a hacerte el tonto y te mato.

— No, en serio que no tengo idea de nada. Solo busco donde descansar. Ni siquiera sé quién eres.

Sentí de pronto, una punzada en mi pecho y una sensación de entumecimiento en todo mi cuerpo y caí de pronto al suelo completamente paralizado. ¿Una hechicera tan peligrosa ocultándose en el bosque en pleno apocalipsis demoniaco con una fuerte paranoia sobre quien la busca?

— Te envió Zeus, ¿verdad?

— Señora, ¿con todo respeto ha visto lo que ha pasado en el mundo? Zeus ni siquiera está al mando ahora mismo. Todo acab… —una sensación terrible invadió mi cuerpo nuevamente. El entumecimiento se transformó en una oleada parecida al dolor de calambres, pero simultáneos en todo el cuerpo. Mis músculos parecían desgarrarse lentamente, se estiraban hasta fragmentarse. Fue inevitable pegar un grito intenso del dolor.

— Lo sé —anunció la voz de la mayor.— Es doloroso, y seguirá doliéndote durante un rato más a menos que…—

Ella fue impactada con violencia por algo que atravesó mi espalda y salió disparada despedazando varios árboles tras impactarse con ellos. En ese momento podía sentir mis músculos volver a su posición original al igual que repararse a nivel celular. Mi cuerpo se levantó con ayuda de una especie de tentáculos negros que se clavaron en la tierra. Nueva cuenta un aura oscura poseyó mi cuerpo y fui capaz de ver el rostro asombrado de la mujer que estaba en el suelo metros adelante.

— Tú… ¡En verdad eres del Clan Oscuro! —exclamó con sorpresa.— Pensé que estaban extintos…

Su voz, sonaba opaca para mí. No tenia control de mi ni de mis acciones. Estaba en ese momento atrapado en mi cuerpo impulsado por la ira que quería tanto retener. Una pelea interna comenzó con ferocidad contra mi mismo y externamente mi cuerpo empezó a rugir mientras esos látigos negros que salían de mi cuerpo perdieron el poco control que la entidad oscura tenia sobre ellos. El bosque comenzó a ser arrasado en unos segundos con esos látigos destruyendo todo a su paso y de pronto, todo ese caos terminó y caí inconsciente.

Mis ojos se abrieron como platos e inmediatamente me reincorporé buscando mi arma tan pronto como me fuera posible, sin embargo, no la tenía cerca ni por asomo. Busqué con desesperación a mi alrededor y sentí un tirón fuerte sobre mis brazos acompañados de una sensación gélida y firme sobre mis muñecas, estaba encadenado.

— ¿Quién eres?

Escuché la voz de la mujer llamándome una vez más desde fuera de aquella celda improvisada. El lugar era hecho completamente de piedra e iluminado apenas por una vela encendida fuera de mi celda. Muros de piedra mezclada en concreto y barrotes de hierro con una puerta y fuera de ella, la anciana que me capturó. Tenía una larga y plateada cabellera que le llegaba hasta la cintura y unos ojos tan profundos como el mar. Su piel era arrugada, pero sus movimientos eran ágiles y llenos de gracia. Vestía con una túnica negra que cubría la mayor parte de su cuerpo.

— He preguntado por ti. —insistió.

— Soy Kirito…

— Pensé que los de tu clan estaban extintos. Son una amenaza para los Dioses.

Me limité a suspirar un poco al respecto antes de responder.

— Mi padre antes de morir tuvo una charla conmigo al respecto. La población del clan fue reducida para evitar desastres…

— Parece que no los extinguieron después de todo.

— No. —respondí secamente.

La mujer llevó una de sus manos al rostro y sus dedos se encargaron de acariciar su propio mentón, para después, levantarse y caminar un poco de un lado al otro, parecía pensativa.

— Me llamo Eir. Como ya sabrás, soy una hechicera, o una bruja como quieras llamarme.

— No me importa. Solo buscaba donde dormir, no una cárcel ni ser experimento de brujas.

Respondí, con mi tono tajante. Claramente estaba a la defensiva y no pretendía ser amable por haber recibido una amenaza de muerte por parte de esta mujer. No sé que la tenia tan paranoica, pero yo estaba realmente enfadado.

Ella rió a carcajadas tras el comentario, pero después me miró fijamente entendiendo que hablaba en serio.

— No te usaré como un experimento, es imposible. Si tu poder se sale de control un poco más, te volverás una amenaza para el mundo y para el Olimpo. Es mi deber contenerte ahora.

— No. Estas equivocada. Hay amenazas más grandes ahora en el mundo. ¿No te has dado cuenta bruja?

— Ha habido mas demonios, si, pero eso es porque los Dioses me están buscando.

— Hades atacó el Olimpo y después de someterlos a todos y matar a otros… —hice una pausa antes de continuar, sentí un nudo en la garganta mientras todos esos desagradables recuerdos me invadieron en un segundo. Mis ojos derramaron unas cuantas lágrimas que quise evitar lo más posible, que la mayor las viera.— Invadió este mundo también. No hay nadie quien vaya a buscarte. Ni una sola alma.

Ella detuvo su andar en el pequeño espacio y después me miró fijamente mordiendo sus labios con frustración, rindiéndose ante su propia actitud.

— Lamento haber sido tan dura contigo.

— Me servirá mas adelante. —alcé mis oscuros ojos hacia los suyos con apatía.

No volvería a suceder. Estaría preparado para un ataque de un mago o brujo otra vez. Hasta ahora mis enemigos solo han sido espectros, demonios y hasta goblins. Nada fuera de lo normal con poderes sobrenaturales. Esta experiencia fue desastrosa para mí.

— No voy a justificarme, pero es un caos todo allá afuera, ¿cierto?

Asentí suavemente con la mirada aún fija en ella, solté un suspiro nuevamente y al no quedarme otra opción mas que dormir en la fría loza relajé mi cuerpo y me acomodé entre mis cadenas.

— Si no me necesitas para nada mas que para retenerme, supongo que puedo dormir.

Ella no respondió, ni tampoco movió su cuerpo. Asumiré que tenia razón asi que simplemente cerré mis ojos al respecto.

— Voy a necesitar mi arma cuando despierte, luego de eso no volverá a verme nunca más.

Fue que de pronto, escuché como la puerta se abrió tras un rechinar del metal oxidado y abrí mis ojos deprisa, me incorporé observando como ella realizaba un movimiento con su mano y las cadenas que me mantenían cautivo en esa celda se desprendieron de mis muñecas. Sentí confundido como la sensación de ellas abandonaba mi piel y ella me hizo una seña para salir de la celda en donde me encontraba. Claro, debía suponer que me quería lejos ya mismo asi que me dispuse a avanzar. Ambos en silencio, me condujo a través de las escaleras, las paredes eran tan estrechas que un movimiento y cualquiera de mis hombros estaría golpeándose contra ellas. La puerta de madera que estaba al final de ese estrello camino ascendente, se abrió sola una vez más permitiendo mi avance. Estaba en el interior de aquella cabaña y lo sabia por la destrucción que había fuera. ¿Había sido yo?

— La casa tiene protección, ¿verdad? —pregunté.

— Así es. No tendría donde dormir si no.

Eir apareció a mi lado mientras la puerta se cerraba tras de nosotros.

— Es un ático algo extraño para tu casa.

— Asumí que quizá podría tener prisioneros si venían a buscarme y así poder sacarles información… Entenderás que te tenia que mantener allí por si te salías de control de nuevo. Nunca se sabe con los de tu clan. Esa celda tiene un sello especial que drena las energías asi que ahí sería imposible que pudieras hacer algo.

— Eres tan paranoica como yo.

Ella comenzó a reír una vez más, aunque ya no eran las carcajadas frenéticas anteriores. Yo por supuesto no entendía la gracia de mis palabras asi que me limité a seguir caminando por el espacio y observar. Había suministros y estaba muy bien preparada para seguir sobreviviendo sola por lo menos cinco años más. Era una superviviente.

— La única forma de sobrevivir así es porque realmente eres consciente de lo que pasa en el mundo. ¿Por qué fingías no conocerlo?

— He estado observándote, Kirito. —confesó Eir, yo me giré de inmediato hacia ella. — Eres un valiente guerrero, cuando vi tu poder con ese monstruo quería comprobarlo de cerca y también, debo saber si puedo confiar en ti.

— Supongo que encontraste lo que querías.

— Si… Encontré esperanza, Kirito.

Sentí como un nudo en mi garganta me impidió responderle.

— Lamento una vez más haber sido tan dura contigo.

Ella se acercó a mí y colocó una de sus manos al frente apuntando a mi pecho y la otra, la colocó cerca del suyo. Sus labios pronunciaron palabras casi inaudibles mientras un brillo tenue de color verde se manifestaba. Estaba haciendo un conjuro que llegó hacia a mí, esa energía viajó a través del aire, en la corta distancia que nos separaba para después, envolver mi cuerpo. Era una sensación cálida y tranquilizadora. Sentí como mis malestares dejaban de existir, al igual que mi pesada e infernal fatiga.

— Es un hechizo básico de curación. Te enseñaré algunas cosas para que puedas protegerte y curarte en combate, lo necesitas.

Tuvo un cambio de actitud muy extraño para mí, fue tan repentino que no podía creer que fuera la misma anciana loca que me atacó y me amenazó de muerte. Supongo que tenía sentido después de escuchar que ella ha estado observándome desde quien sabe cuánto tiempo, pero no pudo haber sido mucho. Quizá Eir es la aliada que necesitaba. Es alguien experimentada y es portadora de conocimiento y puede tener información valiosa.

— ¿Cómo es posible que me veas? Nunca sentí tu presencia. —pregunté.

— Las brujas tenemos familiares.

Alcé una ceja, claramente confundido.

— Todos tenemos familiares.

Ella volvió a reír un poco al respecto. — Hablo de tener pactos con animales, a mí me sirven más los pájaros ya que pueden volar y alcanzar mejores vistas. Fue de casualidad cuando te vi, luchar contra un grupo de demonios considerable hace unos días. Por un momento pensé que ibas a morir, pero entonces vi un destello que me dejó pensando. Fue un destello dorado y no supe identificar si fue tu poder o recibiste ayuda de algún Dios. De cualquier manera, ese resplandor dorado que vi en ti es el motivo por el cual estás aquí hoy.

— Si que has estado viéndome.

Ese resplandor dorado quizá se deba a una fuerza que para mí es desconocida. Ni siquiera sé de dónde proviene, pero ha aparecido en mi en momentos donde más la necesito, me hace un luchador más fuerte, más rápido, más preciso. Como si todo en mí y en mi espíritu se elevara por encima de todas mis capacidades.

— Asi que lo sabes. ¿De dónde viene ese poder?

— No tengo ni la menor idea, pero ha estado presente desde pequeño. Lo he manifestado en algunas ocasiones muy especiales.

— Quizá podamos hacer algo con eso… Pero más importante aún hay que buscar como mantener ese poder oscuro sellado de alguna manera. Si pierdes el control, toda la esperanza morirá contigo. ¿Entiendes eso, Kirito?

El nudo en la garganta persistió, siendo que todas mis experiencias anteriores no me llevaban nunca a algo bueno. Por más que intentaba salvar a la gente, al final moría y yo nunca pude estar ahí para ellos en ese momento. Era tanto el dolor que cargaba en esos momentos que dudaba sobre mí, sobre mi objetivo. Pero ella hablaba tan naturalmente de mi como una esperanza para ella y para el mundo.

— ¿Por qué? —traté de no llorar en ese momento.— ¿Por qué crees que soy la esperanza?

Mi voz, a pesar de mis esfuerzos se quebraba. Solo pude agachar la cabeza en ese momento mientras reunía todo el coraje para externar de una vez todo lo que mantenía oculto tras mi neutra expresión.

— ¡¿Cómo mierda crees que es posible que seré la esperanza cuando ni un puto pueblo soy capaz de salvar?!, ¡Ni siquiera pude hacerlo con una pequeña beba que murió porque su madre estuvo ahí para salvarme a mí! ¡Yo debí haberlos salvado y no al revés!

Ella solo estuvo ahí, mirándome con calma, con paciencia mientras yo explotaba. Las lágrimas que tanto busqué retener simplemente salieron, fluían y escurrían a través de mis mejillas. Mi voz, azotaba con tanta fuerza, pero ella estaba ahí, tranquila sin inmutarse al respecto. Me observaba con unos ojos tan calmados, eran oscuros como los de mi madre. En cuanto me percaté de ello me quedé en silencio mientras las lágrimas continuaban cayendo una detrás de la otra en mi piel. Eir seguía quieta mirándome e incluso llegué a ver una sonrisa en su rostro arrugado. Representaba un amor que me fue arrebatado de niño, el amor de madre. No sé qué le pasó a mi cuerpo, pero en cuanto lo vi, fui corriendo para aferrarme a ello. Mis brazos rodearon su cuerpo y de rodillas oculté mi rostro en ella mientras lloraba. Mis gritos en este lugar nadie los escucharía. Nadie seria testigo más que Eir de mi garganta desgarradora con todo el dolor que mi llanto llevaba. Sentí como sus manos con delicadeza palpaban mi cabello y lo acariciaban, sentí como ella me brindaba la calidez de una madre.

Han pasado siete años desde que pude llorar, han pasado siete años desde que sentí por última vez el tacto de mi madre con tal cariño, ha pasado tanto tiempo desde que dejé de sentirme seguro, pero ahora… Ahora me sentía protegido.