Chapter 5 - 5

Un tarro vacío se depositó en la mesa tras un profundo trago. Ahí había cerveza. Quien la tomaba era Kael. Los cuatro guerreros estaban sentados en una mesa de lo que parecía ser un bar, sin embargo, las personas a su alrededor no eran clientes, solo estaban ahí para admirarlos, y en su misma mesa, estaba yo. Estaba ahí junto a ellos con mis manos ocultas tras la mesa mirando hacia ningún lado en particular claramente incómodo.

— ¿No sería mejor que dejarás un poco a la gente? —habló Lirien.

— ¿Qué?, Ellos me ofrecieron de su cerveza. —contestó Kael

— Si tarado, pero no era para que te acabaras todo su suministro de alcohol. —replicó Darian.— Estamos en guerra, ¿sabes lo difícil que es conseguir alcohol?

— Es extraño que lo digas Darian. Sobre todo, porque también estas apoyando al ahorro de suministros, ¿verdad? —con un tono sarcástico y burlesco, se expresó Lirien.

Darian estaba en efecto consumiendo la bebida alcohólica junto a su camarada de armas, al desviar la mirada buscando un escape ante esa conversación encontró a un Kirito solitario y sin bebida asi que decidió pasarle la suya a través de la mesa.

— Parece que tienes de valiente lo que tienes tímido, ¿eh? Tomarte una de estas ayudará a eso.

— No, gracias. —respondí de forma tajante.

— Anímate niño loco. Beber alcohol es la mejor recompensa para un guerrero después de un combate. —intervino Kael en la conversación.

— Es un niño. —habló Liriel.

— Vamos, no puedes esperar que eso se siga respetando en un mundo como este Lirien. —respondió Darian.— No importa si Kirito bebe un par de cervezas, lucha ferozmente como un hombre en un campo de batalla, deberíamos dejar que Kirito sea un hombre ya.

Todos quedamos en silencio al respecto, incluso yo mientras miraba esa bebida de alcohol delante mía. La verdad es que había toda la razón del mundo en las palabras de Darian, es el único que me ha reconocido abiertamente como un hombre y no como un niño, me digné en el segundo siguiente a tomar el tarro de cerveza y darle un trago. Me arrepentí. Con una expresión de asco escupí el sabor amargo de la bebida burbujeante y en cuanto eso ocurrió, Kael fue quien más estalló en una fuerte carcajada.

— Oye, líder. El niño loco debería unírsenos. Es muy divertido.

— Tal vez... —habló el mayor. Cuando lo hizo todos volteamos a verlo.

Él desprendía un aura diferente al resto del grupo, tal vez era la edad, pero inspiraba respeto. Imponía con la firmeza de su mirada, había una larga cicatriz recorriendo su rostro, pasando desde su frente inclinándose gradualmente hacia su mejilla derecha. El grupo se quedó en completo silencio a la espera de lo que sea que pudiera decir este hombre. Era impresionante para mí el cómo lo respetaban al punto de guardar silencio y limitarse a escuchar sus palabras. Yo sin dudar me enfrentaría a ese hombre de no ser, porque lo que los impulsa a seguirlo es el respeto y no el miedo o el pavor. Ese aire misterioso que rodeaba al hechicero era intrigante para mí y tenía dudas con respecto a él, pero sabía que podía confiar en el resto del grupo, incluyendo a Darian.

— Eres un espadachín brillante. Tu estrategia para mantener a los demonios alejados usándote de carnada fue un riesgo y todos lo sabemos. No tenías ninguna garantía en que te ayudáramos, ¿por qué decidiste lanzarte sólo al peligro sin saber si nosotros te apoyaríamos?

Las miradas ahora fueron hacia a mi y tragué saliva al respecto. Busqué desviar mis ojos hacia cualquier lado menos a los de aquel que me hablaba.

— Yo… Solo creo que no deberíamos… —suspiré profundamente y alcé la vista cruzando mi mirada con la suya.— No hay nadie más que peleé por la humanidad más que nosotros. Cualquiera que tenga la voluntad y el deseo de pelear contra lo imposible debe ser apoyado por quienes tienen el mismo pensamiento. Eso es lo que creo, y ahora estoy aquí junto a ustedes compartiendo esa misma voluntad y deseo. Asi que mi creencia es cierta.

— Lo fue por ahora. ¿Qué te hace pensar que no es una trampa de Hades para atraerte?

En cuanto dijo eso, Kael se levantó y fui opacado por su sombra, me miraba desde su altura fijamente con una expresión que daba miedo. Pude sentir unas ansias de sangre que no había sentido nunca. Estaba ahora mismo amenazando mi vida.

— Mátalo.

Fueron las órdenes de aquel anciano mayor y en ese momento Kael se abalanzó contra mi sujetándome con brutalidad y me arrojó con una descomunal fuerza que salí disparado sin ningún control sobre mi cuerpo.

 

Lo siguiente que ocurrió fue un gran estallido ocasionado por el impacto de mi cuerpo contra los muros de aquella taberna descuidada y aún así a pesar de haberme impactado contra el duro concreto no fue suficiente para detener mi sacudida, pues terminé embestido contra otra edificación delante volviéndola añicos. Toda la madera desgastada de ese hogar abandonado se desmoronó contra mi cuerpo. El impacto fue duro y podía sentir el suelo vibrar ante los pasos contundentes de mi adversario Kael quien no tuvo ningún problema para alzarme entre los escombros tomándome de la cabeza para acto seguido lanzarme violentamente contra el suelo fuera de la casa una vez más.

— Observa espadachín idiota. Si no te hubieses relajado esto no habría sucedido.

La sangre ya brotaba entre mis labios. Quizá tenia una o dos costillas rotas tras los impactos y sentía un dolor punzante en mi cintura. Apoyé como pude mis manos sobre el suelo para alzar la mirada hacia la voz del hechicero y pude notar algo terrible. Sentí un nudo en mi garganta mientras sollozaba. Estaba en un claro estado de shock. Me levanté del suelo a pesar del dolor y me acerqué al campo de batalla en el que habíamos librado un combate contra los demonios. Una clara expresión de horror deformo mi rostro, si me viera al espejo ahora mismo sería incapaz de reconocerme ante tal rostro atroz.

Un desgarrador grito produjo mis cuerdas vocales mientras estallaba en llanto. Los cadáveres de los demonios que había ayudado a matar en realidad eran personas, armadas y valientes que buscaban librar un combate contra el grupo mercenario por alguna razón. En mis manos y en mi espada estaba la sangre de todas esas personas inocentes que lucharon contra nosotros por defenderse o quizá por atacar al mal que acechaba este mundo. Sus intentos fueron aplastados por este grupo de malnacidos villanos y yo estaba con ellos. El pueblo estaba destruido completamente. Hace unos momentos antes de entrar a la cantina estaban completamente… ¿Cómo entré a la cantina?

Una mano se posó sobre mi hombro y reaccioné instintivamente buscando cortar lo que sea que estuviese allí, mi espada rebotó ante el escudo que protegía al hechicero y lo miré mordiendo mis propios labios completamente enfurecido.

— ¡Te vas a morir hijo de puta! —le grité con todo el odio que podía manifestar en mi voz.

Todos los aldeanos de la aldea nuevamente habían sido víctimas de mi descanso y ahora de mi confianza. Junto al hechicero estaban aguardando Darian y Lirien. No podía dejar que se salieran con la suya, pero no tengo poder suficiente para derrotarlos a los cuatro… Ni siquiera sé si tengo el poder de derrotar a uno solo de ellos. No podía correr el riesgo de subestimarlos. De mis manos surgió una luz brillante que coloqué inmediatamente en mi pecho sanando así un poco mis costillas.

— ¿Oh? Es sorprendente que puedas hacer magia sin encantamientos… De todos modos, no te servirá de mucho.

Me sentía traicionado. Solo por un breve momento volví a sentir esperanza en que algo podía cambiar ahora que estaría con ellos, pero como aquel anciano dijo, me confié demasiado en que las cosas podrían estar bien de ahora en adelante. Podía sentir como unas lágrimas del coraje invadían mi mirada completamente poseída por la ira y al mismo tiempo podía estar agradecido de que mi poder oscuro no apareciera, todo gracias a Eir y su collar. Pese a estar feliz con ello, en estos momentos tenia todas las ganas de arrancarme el collar y matarlos, pero existe la posibilidad que ante adversarios tan fuertes como ellos terminé consumido por mi propio poder. El destino de este mundo está en mis manos asi que debo ser frio para actuar… Aunque sea difícil, porque ahora mismo hice esfuerzos sobrehumanos para no quebrar mi voz ante el llanto.

— Cállate…— No había sanado completamente la fractura, pero me otorgaría una resistencia temporal para aguantar el dolor. Limpié la sangre de mi boca con la manga de mi chaqueta y me levanté para alzar mi espada a punto de romperse hacia Kael quien se aproximaba con su gran maza y hacha de guerra.

— En verdad eres un niño loco… Te dejaré asestar un golpe para estar parejos… Quizá dos.

No dudé ni un segundo en tomar mi oportunidad, rápidamente me lancé hacia él con una impresionante velocidad dando un salto hacia mi imponente enemigo quien, me esperaba con los brazos abiertos dejando expuesto su cuerpo completamente. Con una mirada gélida y sumergida en mis ansias de sangre mi intención era decapitarlo de una buena vez.

Por mucho que me encante la idea de hacerlos sufrir por sus crímenes no podía permitir desaprovechar las oportunidades de matarlos sabiendo lo poderosos y hábiles que eran, cuando mi espada impactó en su cuello noté que era tan duro como una roca, mi espada, mi fuerza eran demasiado débiles para cortar incluso la carne de su cuello pero noté ante mi impresión. Justo antes del impacto el cuello de Kael pareció inflarse, y pude sentir los músculos a la altura de su clavícula estar tan tensos que parecía que explotarían en cualquier momento. Inmediatamente después de que eso ocurriera fui impactado con una feroz patada que me hizo salir disparado impactándome en el suelo con violencia, rodando un par de metros más antes de que mi cuerpo se detuviera al embestir un grupo de cadáveres, pero no tuve ni un solo segundo para asimilarlo. Tuve que reaccionar con rapidez ante un feroz ataque que amenazó con aplastar mi cuerpo. El impacto fue poderoso, rotundo elevando una leve cortina de polvo mezclada con la sangre de los cadáveres que fueron impactados. Kael en verdad era una bestia muscular capaz de deformar gran parte del suelo con sus golpes, pero a pesar de su gran tamaño también era muy veloz.

— Tienes potencial niño loco… Pero morirás aquí.

Fueron las palabras de mi adversario, quien estaba de pie ante mí. Lo miraba con duda, lo miraba con impotencia, pero si soy derrotado aquí la poca esperanza que ilumina a Eir y al mundo acabará. No puedo permitirlo. Me levanté sujetando mi espada con firmeza, alzando la mirada con determinación hacia los ojos de mi rival.

— Estas equivocado… —respondí mientras jadeaba.— No puedo morir aún.