Al salir de la villa, Qiao Lian se sintió conmovida por esa última escena con los ojos enrojecidos de Su Penghao.
Este grupo de jóvenes apasionados le recordaba a ella misma hace ocho años.
En aquel entonces, había sido como ellos, apasionada y encendida. Pero finalmente, todos habían tenido que sucumbir a la dura realidad.
Ahora, su única esperanza era que su viaje en este camino hacia sus sueños y aspiraciones fuese tranquilo y sin obstáculos.
Mientras estaba sentada en el taxi camino al aeropuerto, sonó su teléfono móvil.
Era un número desconocido.
Qiao Lian contestó la llamada. La voz de Ancestor White Bones se escuchó al otro lado de la línea —Entrenador Qiao.
Ancestor White Bones era normalmente una persona callada, que parecía estar perpetuamente bajo una gran presión.
En este momento, había cierta perplejidad en su voz mientras hablaba.
Qiao Lian dijo de inmediato —Soy yo. ¿Qué pasa?