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Hada Morada se mantuvo en silencio.
No podía estar más en desacuerdo con su nueva idea.
Mordiéndose el labio y sonriendo amargamente, dijo:
—Sr. Sun, necesito ir al baño.
Sun Linan asintió.
Con una expresión sombría, dejó el lugar del evento y se dirigió al backstage.
La mano de Qiao Lian ya le dolía y no dejaba de temblar.
Ni siquiera cuando sostenía su mano temblorosa con la otra mano.
Su Penghao la miraba preocupado:
—¿Todavía puedes jugar?
Qiao Lian apretó los dientes y asintió.
¡Incluso si su mano quedaba inutilizada, no abandonaría la lucha!
El Padrino y el Subpadrino bajaron la cabeza y suspiraron:
—En esa batalla de grupo final, si hubiera esquivado más rápido su ataque definitivo, podríamos haber tenido una oportunidad de revertir la situación.
—Fue mi culpa por no haberte protegido.
—De hecho, fue mi culpa. Por mis nervios, me coloqué demasiado al frente.
