—¡No puedes ser confiado para cuidarte a ti mismo! —Qiao Lian no se daba cuenta de que, mientras examinaba el vendaje que cubría su herida, estaba agarrando fuertemente su brazo. Notó que estaba ligeramente húmedo.
De inmediato frunció el ceño, pero él dijo al mismo tiempo:
—He sido muy cuidadoso.
—¡Tonterías! ¡El vendaje está mojado! —En su ansiedad, lo había regañado.
Sólo se dio cuenta después, así que inmediatamente se tapó la boca.
Llevantando la vista hacia él, captó una expresión vaga en su rostro, pero había una ternura inconfundible en sus ojos. Aparentemente no estaba enojado.
Aliviada, lo atrajo hacia el sofá al lado y lo hizo sentarse. Abriendo el botiquín de primeros auxilios, se arrodilló en la alfombra y empezó a cambiar el vendaje de Shen Liangchuan.
La expresión en su rostro era seria mientras inclinaba la cabeza sobre su herida. Después de haber cambiado el vendaje, de repente se hizo consciente de la cálida respiración que rozaba la nuca de su cuello.
