Gritos incesantes de personas con temor a perder su vida yacían en todos lados. Cuando el planeta empezó a tener cambios, muchas criaturas grotescas nacieron, capaces de destruir todo a su paso.
La confusión y el caos se extendieron como una plaga por la universidad y sus alrededores. Estudiantes, profesores y ciudadanos por igual se agolpaban en las calles, buscando respuestas que parecían estar más allá de su comprensión.
En medio del tumulto, algunos intentaban comunicarse con sus seres queridos, mientras que otros buscaban refugio en edificios cercanos, sin saber si eso les ofrecería alguna protección contra las criaturas que ansiaban sus vidas.
Las autoridades intentaban mantener el orden, pero la situación se escapaba de su control. Policías, bomberos y militares luchaban por contener las grandes oleadas de monstruos y proporcionar ayuda a quienes la necesitaban, pero su esfuerzo parecía insignificante frente a la magnitud del desastre.
En medio de todo este caos, Alexander se sentía abrumado por una sensación de impotencia. Se preguntaba qué significaba todo esto y si había alguna forma de detenerlo. Sin embargo, en el fondo de su mente, sabía que las respuestas a esas preguntas podrían ser aún más aterradoras de lo que podía imaginar.
Víctima de todo este caos, estaba completamente paralizado y pálido junto a Jake, quien había llegado justo en el momento que murió Frank.
La situación de Jake no era mejor que la de Alexander, de hecho era peor; también lucía pálido y sin espíritu, como si estuviera resignado a luchar por su vida.
La sangre de decenas de cuerpos teñían el aire con un amargo olor a hierro, monstruos de distintos tamaños y apariencias asechaban como si de un juego se tratase.
En ese momento Alexander logró salir de su trance, y empezó a agitarse porque veía a uno de esos monstruos acercarse a Jake y él.
Con el corazón latiendo a mil por hora, Alexander se lanzó hacia Jake, agarrándolo del brazo y tirando de él con desesperación, "¡Jake, tenemos que salir de aquí ahora mismo!" gritó Alexander.
Jake apenas reaccionaba, su mirada estaba perdida. Sin embargo, la urgencia en la voz de Alexander lo sacudió de su aturdimiento momentáneo.
"¡Jake, maldita sea, muévete!"
Atormentado por el temor de ser el alimento de esas criaturas, ambos se apresuraron a correr; a los chicos no les importaba la dirección, simplemente corrían, su instinto les decía que si no lo hacían su final sería terrible.
"¡Ahh! ¡No! ¡Por favor!"
Gritos y más gritos, el caos reinaba en el cielo estrellado, manchado de sangre. Alexander y compañía pasaban a través de cuerpos inertes con los ojos perdidos. No sabían qué hacer, pero sabían que no era momento de detenerse.
"¡Por aquí, Jake!" gritó Alexander, mientras corría a una de las salidas de emergencia de la universidad, que estaba en el estacionamiento subterráneo.
Al llegar ahí, los chicos intentaron desesperadamente abrir la puerta, pero para su infortuna, esta se encontraba atascada.
"¡Mierda, Alex, mierda!" la frustración se apoderaba de la cabeza de Jake, mientras miraba a todos lados intentando hallar la manera de poder salir, sin éxito.
Alexander no sabía qué hacer, la única solución que tenía era esta salida de emergencia, sin embargo ya no era posible salir por ella y entre más tardaran en buscar otra forma, menos tiempo a su favor había.
Como una estrella fugaz, una idea atravesó el subconsciente de Alexander.
"Jake, escúchame" expresó el chico, su rostro era complicado, no sabía cómo iba a resultar todo, pero era su única oportunidad y todo era mejor que esperar a la muerte.
"Volveremos allá arriba..." dijo Alex, tratando de estabilizar su respiración.
"¡¿Q-qué?! ¡¿Estás loco?! ¡Eso nos llevará directamente a la tumba, idiota!" gritó desesperado.
Un puñetazo aterrizó en el rostro de Jake, Alexander le había golpeado.
"¡no podemos hacer esto solos, amigo! Esos monstruos tienen una fuerza absurda y nosotros... No tenemos nada, ¡no tenemos una mierda! ¡Debemos aprovechar los números, necesitamos ayuda!" gritó Alexander.
"¡Si salimos al exterior, lo más probable es que no tardemos ni dos minutos en morir trágicamente como los demás! Es mejor reunirse con los demás supervivientes y planear algo mejor, ¡joder!"
Se notaba el miedo en ambos, la desesperación y la penumbra era protagonista de este escenario, pero no podían quedarse de brazos cruzados, por muy reacios que estuvieran, tenían que idear una mejor salida.
Después de un incómodo silencio, Jake ya entrando en razón decidió hablar.
"P-pero cómo se supone que volveremos allí con las manos vacías?" preguntó.
"¿Nunca te has visto las películas de The Walking Dead?" Alexander caminó hacia un lado de la puerta y tomó algo con sus manos.
"Siempre hay una de estas aquí"