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Chapter 22 - Capítulo 11: Viaje escolar, parte 1 (Partes 1-2)

Capítulo 11 parte 1

Finalmente, el día ha llegado… ¡hoy regresaré después de mucho tiempo mi país natal!

Todos en casa siguen durmiendo, incluyéndome.

Pero eso cambia cuando de repente suena mi alarma muy fuertemente.

¡Ah! ¡mi alarma suena tan fuerte que asusta a todos!

— ¡Ah!

Esos gritos vinieron desde mi habitación también.

Lo que realmente me asustó fueron esos gritos.

— ¡Ah!

Hacen que me caiga de la hamaca.

— Ah, no se preocupen, es mi alarma. — les digo.

Las chicas bajan a la sala.

— ¡¿Por qué tienes eso de alarma?! — me pregunta Chikara muy enfadada.

Mi alarma es una canción super ruidosa, me daría pena describirles que era exactamente…

— Es que quería algo que realmente me despertara…

Les digo sonriendo mientras rasco mi cabeza.

— …

— Como sea, Miru-chan, Hiroki, vayan a prepararse para el viaje, mientras tanto, Neko-chan y Chisato-chan deberían irse a casa.

— Está muy temprano, Uraseku-senpai. — me dice Neko-chan un poco adormitada.

Todos salen de casa y van a prepararse a las suyas, excepto Neko y Chisato-chan quienes solo irán a sus casas a descansar.

Neko-chan carga a Yasuragi quien está aún dormido y Miru-chan se lleva a Ai que se encuentra en el mismo estado.

El resto del día paso preparándome.

Cuido los cultivos, me encargo de la pupusería por tres horas y después empiezo a empacar junto con Kibō.

— Umh, ¿llevo todo lo necesario?

— Déjame ver…

Kibō empieza a revisar mi equipaje.

— Veamos… ropa limpia… papeles del consejo… bloqueador solar de grado cincuenta… ¡a mí no me engañas, idiota! ¡sé que llevas escondido tus mangas hentai por ahí!

— ¡Pruébalo!

Kibō se mete en mi ropa interior y de ahí saca algo.

Es un manga… ¡pero no es hentai!

— ¡Deja eso ahí!

— Ya decía yo que ese bulto en al frente no era normal, ni siquiera se te marca cuando los llevas puestos…— me responde de forma indiferente.

— ¡¿Qué quieres decir con eso?! Ah, como sea, dame eso.

Le arrebato el manga y lo pongo de nuevo bajo mi cama, luego tomo las últimas cosas para empacar y cierro la maleta.

— Bien, ahora vamos a la pupusería, necesito cerrarla bien.

En la pupusería, me encargo de apagar las luces y de guardar todo.

Una vez termino, salgo y busco las llaves para cerrar, pero en eso llega Makoto aparentemente enfermo.

— Ho-hola Uraseku, ¿estás listo? ¡achú!

— S-salud, ¿estás bien? ¿pareciera que estuviste bajo la lluvia toda la noche?

Luego de preguntarle eso, él me responde muy molesto:

— ¡Tonto, estaba bajo la lluvia buscando a Chisato!

— ¿Eh? Pero le dije que te avisara.

— No lo hizo… esa Chisato se olvida que me preocupo mucho por ella.

Kibō se lanza contra mí y muy emocionado nos dice:

— ¡Oigan! ¡ya vámonos!

— ¿Puedes ir en esa condición, Makoto?

— No te preocupes, soy más fuerte que una simple gripe… ¡achú!

Makoto, Kibō y yo nos vamos al instituto para luego dirigirnos al aeropuerto.

¿Habré cerrado la pupusería? Umh… no lo recuerdo, pero de seguro lo habré hecho.

El viaje al aeropuerto fue algo corto ya que vivimos en Kawaguchiko muy cerca del monte Fuji, ir hasta el aeropuerto Haneda de Tokio fue bastante agotador, pero lo bueno es que finalmente llegamos.

Es muy raro que en este aeropuerto salgan vuelos directos a El Salvador, lo bueno es que el presidente, Nayiks, nos ha mandado aviones, muy amable de su parte supongo.

Luego de llegar, me reúno con Miru-chan y Hiroki.

— Fue un viaje largo… pero al menos pude ver la ciudad por la ventana. — dice Miru-chan.

— Si, deberíamos ir algún día para salir de esa ciudad del hoyo en la que vivimos. — le respondí.

— Oye, respeta tu lugar de residencia…— me dice Hiroki.

Todos soltamos un gran suspiro, dando a entender que estamos realmente cansados, el viaje y la organización fue tan largo, tanto que casi se nos ha hecho de noche.

Pero, alguien parecía no tener ni una pizca de cansancio.

— ¡Todos los miembros del consejo estudiantil del Instituto Adachi reúnanse, por favor!

Ese era Kuroda-san, al escucharlo voy a ver que tiene que decirnos.

Todos los miembros del consejo nos hemos reunido, noto rápidamente que el único que falta es Makoto.

— Ujum, el presidente del consejo estudiantil, Fujisaki-san se encuentra enfermo e indispuesto a llevar a cabo sus funciones, por lo tanto, les anuncio que, como vicepresidente del consejo estudiantil, le sustituiré en el viaje. Todos tenemos algo que hacer, así que es momento de encargarse.

Según lo que hemos discutido en el consejo estudiantil, me encargaré a repartir los boletos entre algunos alumnos.

Además, los miembros del consejo iremos todos juntos en el mismo avión.

— Todos tienen sus asientos numerados en el boleto, procuren no perderlo, por favor.

El tiempo pasa realmente lento mientras reparto los boletos.

le he pedido a Kibō que se esconda debido a que el tema de los diamantes es realmente desconocido en esta parte de Japón.

Finalmente, cuando nos llaman para abordar el primer avión, tomo mi boleto y me dirijo a mi asiento.

Cada fila cuenta con tres asientos y según mi boleto el espacio asignado es el asiento de en medio de la fila del lado derecho.

Al tomar asiento, alguien se acerca.

— Con permiso, este es mi asiento.

Le doy espacio para que entre, era nada más y nada menos que Sora, el chico rubio que parece un niño.

Al parecer le tocó sentarse a mi lado izquierdo, justo en la ventana del avión.

— Ah, eres tú. — le digo.

— ¡Ja! Que bien que me tocó ir contigo, Uraseku-kun. — me contestó sonriendo.

Mientras nos ponemos cómodos, en eso llega Kuroda-san y se sienta a mi lado derecho.

Sora se pone casi encima de mí para saludarlo.

— ¡Pero mira nada más! ¡bienvenido a la mejor fila, presi sustituto!

— Buenas.

— Eh… cuanta frialdad. — dice Sora bastante decepcionado. — al menos voy con Uraseku.

— Bueno… s-supongo.

— … me tocaron los más aburridos del avión al parecer… además; parece que no has dormido mucho, Uraseku-kun.

Es verdad, realmente siento mucho sueño.

— Pues será un viaje largo… pienso dormir aquí un poco.

— ¿Eh? Ya que, pues tu a lo tuyo.

Dicho eso, Sora hace un puchero como si estuviera molesto.

Luego del despegue y de estar a una altura considerable, mis ojos se cierran hasta que, llegado a un punto, me cuesta abrirlos.

Maldita sea… otra vez.

Nuevamente estoy en ese lugar cubierto por la densa niebla… ¿qué querrá ahora?

Es realmente aburrido aquí, hace que el dormir no se sienta como un descanso y sea prácticamente un castigo.

Sin embargo, no veo la silueta por ninguna parte, pero veo algo muy pequeño y cabezón acercándose…

— ¿K-Kibō…?

Efectivamente era el…

— Rasec…

— ¿Qué sucede?

— Ni yo lo sé… ¿estaremos atrapados?

Eso sería un problema.

— ¡Espera! — dicho eso, Kibō vuela hacia las tinieblas.

— ¡Oye…!

Mi voz, nuevamente no puedo hablar más fuerte…

Espera, ¿nuevamente? ¿ya habré estado aquí antes?

… la música que hay de fondo realmente es tranquila, pero es tan melancólica que solo hace énfasis en mi soledad…

Amo esa combinación de notas tan extrañas, mayores, menores, séptimas… bemoles… a un tempo muy… lento… un adagio… 52 toques por… minuto…

Maldita sea… ¿por qué me siento tan débil…?

Dicho eso, caigo al suelo para luego ser cubierto por la densa niebla que se tornó en un color gris aún más oscuro.

— K-Kibō...

Capítulo 3 parte 2

— Uraseku-kun ha dormido mucho…

Esa voz… es de Sora…

— ¿Debería despertarlo?

Escucho su voz a lo lejos, realmente sigo dormido.

Me recuesto inconscientemente sobre Sora.

— ¡Ah! ¡oye, no te recuestes sobre mí!

Sora me empuja y caigo sobre Kuroda-san.

— ¡Gah! — ese grito fue de Kuroda-san.

Al parecer se sorprendió tanto, que me soltó un golpe que me despierta.

— ¡Ayayay! ¿eh? ¡Oh!

— ¡L-lo siento! ¿estás bien?

Lo del golpe resultó lo de menos cuando por la ventana vi lo que creía que era.

Esas playas, esos soberbios volcanes, esos apacibles lagos.

Ojalá no me hubiera equivocado en la oración a la bandera cuando la recité en kínder…

Digo, ¡estamos finalmente en El Salvador!

Después de tanto tiempo, aterrizamos en el aeropuerto.

Al momento de bajar nos recibe el embajador de Japón en este país que nos lleva a una sala del aeropuerto.

— ¡Bienvenidos a El Salvador! Soy Tanaka, embajador de Japón en este país, un placer conocerlos.

Dicho eso, todos hacemos una reverencia.

— Muchas gracias por recibirnos, Tanaka-san. — le responde Kuroda-san quien está al frente de todos nosotros.

— Realmente estamos muy agradecidos de que hayan elegido este país como destino, contactamos con el presidente del consejo estudiantil para organizar todas nuestras rutas y lugares a los que iremos. Además, me enteré de que uno de sus compañeros puede hablar español y japones, si alguien tiene una pregunta y un guía no está cerca, no duden en hablar con él, por favor.

— ¡Está hablando de ti, senpai! — me dice Miru-chan alegremente.

— ¿Eh? Bueno… realmente no soy tan bueno con el japones…

— ¡No seas modesto! Sabemos que eres bueno en esto, amigo. — me dice Kenji.

— Supongo que no me vendría mal estar contigo por esta vez. — me dijo Hiroki.

A mí no me engañas, Hiroki. Quieres estar cerca para ver ese anime…

— ¡Sí, confiamos en ti! — me dice Sora.

Espera, ¡¿y él desde cuando me tiene tanta confianza?!

No tengo escapatoria, tendré que hacer trabajo aquí también…

— Bueno… haré lo mejor que pueda.

Dicho eso, tomamos los autobuses y nos dirigimos al hotel en el que estaremos, es uno que está al lado de la costa del sol.

Es gracioso que venimos de la tierra del sol naciente para acabar en la costa del sol.

Hacemos el registro, y nos dirigimos a la sala de conferencias.

Mientras esperábamos a que nos dieran instrucciones, pasa algo inesperado.

Las puertas se abren, unos zapatos realmente lustrados se asoman, una barba pintada, la banda presidencial, la gorra hacia atrás.

Él es sin duda…

La persona que entra toma el micrófono, y nos habla en español para luego ser traducido por su intérprete del japones:

— Hola, muy buenos días a todos, ¡soy el Nayiks!

¡Ah, es cierto! Sin duda alguna, todas las características anteriores solo podían pertenecer a una persona en todo el mundo, y a algún árabe o palestino, pero en este caso es… ¡Nayiks, el presidente!

— O sea, el presi pues, realmente espero que disfruten su estadía, y tengo entendido que tienen a alguien que entiende tanto el español como el japones.

— E-es verdad, es un placer, presidente Nayiks…

Le respondo muy sonrojado mientras él me sonríe.

No es como si fuera la primera vez que lo veo, realmente no me importa, me pongo rojo solamente por los nervios.

Justo cuando creí que todo iría normal, algo inesperado sucede.

— Y qué bueno que hayan elegido este país…— toma aire, y luego dice: — ¡Porque antes, en los gobiernos anteriores…!

— ¡Gah!

¡Ya va a empezar este maitro con su discurso de los gobiernos anteriores!

— ¡Ah, perdón por la interrupción, supremo líder presidente Nayiks! Pero creo que todos vienen cansados, ¿por qué no pasamos ya a los dormitorios?

Dicho eso el me mira seriamente, para después decirme:

— Umh, bueno.

Uf… menos mal.

Acabo de evitarnos una hora de discurso.

Kuroda-san toma nuevamente el control y nos da unas instrucciones.

— ¡Bien! Las habitaciones se han repartido, la distribución es esta: compartirán cuartos con las personas con las que compartieron fila en el avión, ese es el motivo por el que no pusimos chicos con chicas.

Eso significa que me tocará con Kuroda-san y Sora…

Ninguno de ellos es mi amigo, aunque podrían serlo.

No, no soy tan extrovertido para…

— ¡Ah!

— ¡Eso es genial, significa que estaremos juntos, Uraseku-kun!

Sora me abraza del brazo mientras pensaba en eso.

— ¡Oye, suéltame!

Empiezo a mover el brazo para intentar que se suelte.

— Ku-Kuroda-san, ¿no podría estar cerca de mis amigos?

— La decisión tomada fue esa, puedes visitarlos cuando quieras, pero no tan tarde.

— Ya veo…

— Si me disculpan, tengo cosas que hacer, vayan a sus habitaciones a desempacar.

Dicho eso, Kuroda-san se va con el presidente del país y el embajador.

— ¡Oye! Después de desempacar, ¿podríamos ir a la playa?

— Claro, ¡pero suéltame el brazo!

Nuestra habitación cuenta con tres camas, como era de esperarse.

La verdad no la hubiera compartido en caso de que solo hubiera una.

Sora y yo desempacamos, se viste para la playa y se me adelanta en ir.

Mientras tanto yo me pongo mi traje de baño, el mejor que podría imaginar.

Ya en la playa, llamo a todos para dar las instrucciones, pero me miran raro.

— A-allá pueden rentar tablas, allá venden raspados de fruta, allá pueden nadar en la orilla, y esta bandera indica el nivel de peligro del mar, está en verde, por lo tanto, es seguro.

Kenji levanta la mano y me dice:

— ¿Por qué te ves tan tonto?

No debería hacer esta clase de preguntas cuando hablo en público…

— B-bien, por lo que veo no hay preguntas, así que pueden irse.

Kenji se me acerca y me dice:

— ¿Dónde está tu traje de baño?

— Es este.

Mi traje de baño es un pants color azul y una camisa manga larga de color azul también, perfectamente cubierto incluso con un protector solar muy potente.

Es más probable que el sol se broncee a que yo lo haga.

— Oye, amigo, pero aquí estás para broncearte, el sol está delicioso, ¡necesitas vitamina D!

— No quiero broncearme.

Se me queda viendo raro por un momento para después intentar quitármelo a la fuerza.

— ¡Quítate eso!

— ¡N-no, espera, no tengo nada debajo de eso!

Mientras nos peleábamos por eso, llega Miru-chan, ¡en traje de baño!

— ¡Hola, chicos!

Su traje de baño… ¡es realmente hermoso!

A pesar de no ser muy atrevido como el de las demás compañeras, realmente la hace ver adorable.

Kenji y yo estábamos casi babeando y sangrando por la nariz.

— Vengan esos cinco. — me dice Kenji.

— ¡No hagas eso frente a ella, idiota! — le digo en voz baja.

Luego de eso, vemos llegar a Hiroki.

— ¿Qué hay?

— …

— ¿Por qué estás así vestido?

Me preguntó Miru-chan mientras pensaba en que responderle.

— Te ves muy tonto. — me dice Hiroki.

— Oye, ¿y si mejor van a nadar o algo? No hemos venido a criticarme.

— Ummh, no sé. Pero yo quiero ir a surfear. — dice Hiroki.

— ¿Tú surfeas?

Le pregunto mientras va a rentar una tabla.

— Pues claro, no como tú…

Si el supiera.

— ¡Jajaja! ¿sabes algo, Hiroki? Olvidas que soy el campeón mundial de… bueno… yo también sé surfear…

Rento yo también una tabla para demostrarle que en efecto lo sé.

— A ver quién lo hace mejor.

Al parecer, Hiroki va en serio.

Kenji y Sora se acercan a nosotros al escuchar que habrá una competencia mientras que Miru-chan nos observa con una de sus amigas.

— ¡Venga, el que pierda nos invita el almuerzo! — nos dice Kenji mientras Hiroki y yo entrabamos al mar.

— ¡Sí, que inviten! — nos grita Sora desde la orilla.

— ¡Bien! — respondemos Hiroki y yo cuando los escuchamos.

Empezamos a esperar por una ola muy en lo profundo del océano. El lado bueno es que el agua no pasa de nuestras rodillas si en algún dado caso caemos.

— Te haré comer tierra frente a Miru-chan. — me dice Hiroki.

— En este caso sería arena, ¿no crees?

— Tch… ¡Te diré que…!

Antes de que Hiroki termine su frase, Kenji nos interrumpe.

— ¡Ya! ¡surfeen de una vez!

— ¡S-si!

Hiroki y yo nos adentramos al mar, esperamos pacientemente por una ola hasta que llega la ola perfecta.

— ¡Bien!

A pesar de no haber entrenado en la tabla desde hace tiempo, fácilmente logro tomarla.

Todo transcurre normalmente, hasta que…

— ¡Pah…! ¡que calor tengo!

— ¡K-Kibō!

Kibō sale del diamante de forma repentina.

Intento esconderlo de nuevo para que nadie lo vea, y al hacerlo caigo de la tabla.

Las olas me arrastran hasta la orilla.

Miru-chan corre hacia mí.

— ¡Uraseku-senpai! ¿estás bien?

Al ponerme de pie, ¡comienzo a vomitar agua salada mezclada con arena y pescados!

Maldita sea, he perdido por culpa de Kibō…

¡Se hubiera quedado en la habitación del hotel!

Finalmente, Hiroki llega sano y salvo a la orilla.

— ¡Ja! Te he vencido, tendrás que pagar los almuerzos de todos.

Me limpio la cara y con voz cansada le digo:

— Olvidé decirles… que el presidente, Nayiks… uf… nos ha pagado la comida a todos…

— ¿Eh?

Todos a mi alrededor se sorprenden.

— ¿Por qué haría eso? — pregunta Sora.

Realmente no lo sé, supongo que está tan feliz de que un instituto japonés venga a visitar el país.

— E-entonces… ¿qué sentido tuvo esta competencia?

Al parecer ninguno…

Vaya pérdida de tiempo.

Inmediatamente después de eso pasamos a uno de los restaurantes de la playa para que sientan el verdadero sabor de este lugar.

Aunque la verdad no me gustan los mariscos…