Chereads / Diamante de la esperanza / Chapter 16 - Capítulo 8: El gran entrenamiento de Seji-sensei (Partes 1-2)

Chapter 16 - Capítulo 8: El gran entrenamiento de Seji-sensei (Partes 1-2)

Capítulo 8 parte 1

Un nuevo día ha llegado, hoy es realmente muy especial y por eso me levanto mucho más temprano como que costumbre.

Realizo estiramientos básicos matutinos mirando por la ventana a la montaña de al lado antes de que los primeros rayos del sol lleguen.

Kibō sale del diamante y me mira realizado esto.

— ¿Eh? ¿por qué haces eso?

— Antes de que empiecen las lluvias… ¡hay que evitar que se echen a perder las cosechas!

Le respondo de la forma más seria posible, pero a pesar de eso el parece no comprender la situación.

— No me interesa.

Volteo a ver a Kibō muy seriamente deteniendo todo estiramiento que estaba haciendo.

— Veo que no lo entiendes, Kibō. Eso significa que iniciará la escasez anual del maíz y, por ende, la escasez también afectará la producción de pupusas…

Kibō finalmente parece mostrar preocupación.

— ¡Ah! Ya veo, pero creí que la lluvia les hace bien a los cultivos…

— Lo hace, pero la lluvia causada por Neko-chan cuando se invirtió su diamante hizo que llegaran a su punto mucho antes de lo que se esperaba…

— Entonces, tenemos que hacer algo.

Kibō y yo finalmente concordamos con algo.

Rápidamente tomo mis cosas y con mi típico atuendo de siempre salgo de mi habitación y bajo a ver a Seji-sensei para recibir órdenes de lo que tengo que hacer.

— Rasec, el entrenamiento es en la tarde, pero esto te servirá también como entrenamiento, ¿sabes qué día es hoy?

— ¡Es día de cosecha, Seji-sensei!

— Debes cosechar todo el maíz en un tiempo récord ya que vas al instituto en dos horas, pero sé que con el poder del diamante lo lograrás en menos de media hora.

Sé que soy capaz de lograrlo en mucho menos tiempo que eso.

Por algún motivo realmente me siento motivado y lleno de energía a pesar de que me desvelé un poco anoche.

¿Será esto alguna clase de efecto secundario por poseer este diamante?

Kibō y yo salimos lo más rápido posible y nos dirigimos al principio de las escaleras de la montaña de al lado que es en donde están los cultivos.

Seji-sensei se queda hablando con Chie mientras toma unas hojas de maíz y masa.

— Seji, ¿siempre ha sido así de enérgico los días de cosecha?

— Para nada, me sorprende incluso que se haya levantado temprano.

— Ya veo…

Kibō y yo seguimos estirando en todo lo que llegan Seji-sensei y Chie hasta que finalmente llegan.

— ¡Bien! Su tiempo límite es de media hora, Seji espera que tarden menos de eso así que no creo que habrá mucho problema. — dijo Chie bastante animado.

— Chie y yo nos quedaremos observando desde aquí para no interferir, no me fallen…

— ¡Si!

Kibō y yo comenzamos a subir la montaña, el tiempo empieza a contar desde ahora, pero es algo que no me preocupa ya que subir estos escalones es de lo más fácil para mí.

— ¿Crees que eso será suficiente para unirlos? — le pregunta Seji-sensei a Chie.

— Puede que incluso descubran algo más.

— Tienes razón.

— Bien, a desayunar.

Chie saca un sake y comienza a bebérselo.

— ¡Deja eso! — le dice Seji-sensei mientras le quita el sake de la boca.

Kibō y yo estamos más que listos para lo que está por venir.

— Ya sabes que hacer, Kibō.

— Si.

Kibō entra al diamante y comienzo a sentir como el poder recorre mis venas, literalmente…

Empiezo a emanar una fuerte aura color verde, saco un par de canastos y un machete oxidado.

— Bien, el objetivo es cortar todas las matas de maíz, las hojas irán en el primer canasto mientras que el elote irá en el otro, todo esto sin perder ningún grano.

— Entendido, Rasec.

— ¡Bien!

Empiezo a correr y entro directamente a los cultivos cortando las matas y el elote.

Gracias a mi diamante puedo cortar perfectamente separando el elote de la planta mientras que con el machete hago un movimiento constante creando la forma de infinito.

Seji-sense y Chie a pesar de estar haciendo sus cosas miran perfectamente lo que estamos haciendo Kibō y yo.

— Va mejor de lo que esperaba, a este paso es muy probable que acabe en tan solo quince minutos.

— Se está esforzando mucho.

— En fin, Chie, ya han de estar aburridos de comer solo pupusas, prepararé unos tamales con toda esta hoja de maíz.

— ¿Tamales?

— Te encantarán, los prepararé al estilo salvadoreño, prepararé de pollo y de frijol.

— ¿Por qué usan tantas palabras raras…?

Después de haber cosechado todo el maíz me siento a descansar un rato.

Kibō sale del diamante para descansar a mi lado.

Ambos jadeamos del cansancio para luego beber un poco de agua.

— Oye Kibō, ¿te has preguntado cuantos granos tiene el maíz?

— ¿Eh? Creo que la gente normal no se lo pregunta realmente…

Tomo un elote de la canasta y empiezo a analizarlo.

— ¿Qué diablos hace? — se pregunta Seji-sensei.

— Setecientos noventa y tres, setecientos noventa y cuatro y setecientos noventa y cinco… este elote tiene setecientos noventa y cinco granos… veré cuantos tiene este.

— Oye Rasec, al parecer puedes ver rápidamente cuantos granos tiene el maíz, me doy cuenta de que puedes ver cosas que otros no pueden.

— Ya veo…

Volteo a ver muy emocionado a Kibō.

— ¡¿Será que también podré ver bikinis?!

— ¡Ah! ¡¿Qué necesidad hay de ver eso?! ¡a nadie le interesa saber de qué color son o sin son de rayitas!

— ¿Eh? ¿y tu cómo sabes de eso?

Kibō voltea sonrojado y molesto.

— Vi las cosas que guardas bajo tu cama.

— ¡¿Por qué viste las cosas que guardo bajo mi cama?!

— Quería explorar tu cuarto y descubrí un mundo desconocido… al menos debo decir que algunos mangas eran interesantes, pervertido.

— Me llamas pervertido cuando acabas de decir que estaban interesantes…

— ¡Jajaja! ¡al menos yo no soy el que compró un manga llamado "onii-chan no hentai" jaja!

— Si lo hubieras leído sabrías que no es lo que parece, jaja.

Kibō y yo nos sonreímos mutuamente, ambos pasamos un buen tiempo juntos.

Mientras tanto, Seji-sensei envuelve la mezcla de masa y frijoles en las hojas de maíz.

— Chie…

— Sí… está funcionando.

— En fin, pásame ese perol, Chie.

— ¿P-perol…? — se pregunta Chie con cierta incomodidad por esa palabra.

— Olvídalo, yo la traigo…

Después de tomar ese descanso recuerdo que tengo que terminar rápido.

— Ven Kibō, aun nos quedan cosas por hacer.

Me pongo de pie y comienzo a sentir una fuerte y dolorosa presión en la mano derecha en donde tengo el diamante.

— ¡Ghaaagh, Kibō!

— ¡El diamante!

El diamante poco a poco se une más a mí, tanto que dejo de estar salido a dejar prácticamente lisa mi mano.

— ¡K-Kibō, ¿qué ha pasado?!

— ¡No lo sé, creo que el diamante empieza a aceptarte!

— Realmente no me siento con más esperanza…— le digo de forma inexpresiva.

— Supongo que la esperanza puede interpretarse de muchas formas, creo que ni yo entiendo que acaba de pasar.

— Me gustaría saber más al respecto, pero ahora no tenemos tiempo para esto.

Kibō entra al diamante y sin darme cuenta, del suelo tomo un sable color verde en lugar del machete, luego de dar el primer corte a los tomates este se rompe como un cristal y se desvanece.

— ¡Ah!

Seji-sensei y Chie vieron perfectamente lo que había sucedido.

— Chie…

— Si, finalmente descubrimos cuál es su arma.

— Y pensar que lo descubriría cosechando tomates…

Yo me noto realmente sorprendido por lo que acaba de pasar.

— ¡K-Kibō! ¡creo que esa fue nuestra arma!

— ¡Sácala de nuevo, Rasec!

— ¿Eh? Yo no sé cómo lo hice, hazlo tú.

Seji-sensei me grita desde abajo:

— ¡Oye, recuerda que tienes clases!

— Tch, es verdad, luego pensaremos en eso.

Corto los tomates con el machete aplicando el mismo movimiento de antes.

— Espero que nuestra arma no sea un machete oxidado, que ridículo. — dice Kibō en mi mente.

Kibō y yo nos seguimos esforzando hasta que finalmente terminamos de cosechar todos los tomates.

Una vez terminado, ambos bajamos de vuelta con Seji-sensei y las canastas totalmente llenas.

Capítulo 8 parte 2

— Acabaste en catorce minutos con cincuenta y ocho segundos, por poco llegas a los quince por perder el tiempo, aun así, buen trabajo.

Seji-sensei me sonríe después de darme esos resultados.

— S-Seji-sensei…

Me sorprendo al verlo feliz, realmente no sé a qué se deba su alegría.

De repente se pone serio nuevamente.

— Ve a desayunar, preparé tamales pisques.

— ¡Si, muchas gracias, Seji-sensei!

— ¿Tamales? — se pregunta Kibō.

Todos nos vamos a casa, ayudo a Seji-sensei a llevar las cosas y nuestra gran cosecha.

Nos vamos Chie, Kibō y yo a sentarnos mientras que Seji-sensei nos sirve los tamales con café.

Abro la hoja de maíz que lo envuelve e inserto el tenedor en el tamal.

— Buen provecho.

Kibō, Chie y yo lo probamos al mismo tiempo.

Sus reacciones son positivas.

— ¡¿Cómo puede saber tan distinto si son los mismos ingredientes de una pupusa?! — exclama Kibō bastante alegre.

— ¡Seji, en serio eres un maestro culinario! — le dice Chie a Seji-sensei.

— Tan buenos como siempre, Seji-sensei. — le digo.

Seji-sensei se da la vuelta y muy orgulloso comienza a reír, tal y como dijo Chie, realmente es un maestro culinario.

Cuando termino de comer, rápidamente me preparo para ir al instituto, me pongo mi uniforme y guardo mi consola portátil con el juego más normal que tengo.

Nuevamente abajo le agradezco a Seji-sensei por la comida y le digo que Kibō y yo nos vamos ya.

— No llegues tarde. — me dice mientras prepara chocolate.

— Si.

Kibō y yo nos vamos, dejando solos a Seji-sensei y a Chie en casa, ellos se quedan hablando por un momento.

— Sabes Seji, creo que el enfrentamiento de hoy será épico.

— Yo lo que creo es que Hiroki y Rasec serán humillados por una niñas.

Mientras Kibō y yo caminamos hacia el instituto, no podía dejar de pensar en qué clase de entrenamiento tendremos hoy.

— Me pregunto qué planea Seji-sensei… las chicas tienen una forma distinta de entrenar, no creo que las ponga a hacer lo mismo que a Hiroki y a mí…

Kibō se pone en frente de mí muy seriamente y a flotar en reversa, no sé si esa es la forma correcta de decirlo…

— ¿Tanto te preocupa?

— Es que… ¡ah!

Mi mente se ilumina, muy preocupado le digo a Kibō:

— ¡¿Qué tal si nos pone a luchar a todos contra él?!

— ¿Eh? ¿tan malvado crees que es?

— Conociéndolo no me sorprendería que haya planeado eso, de ser así, debemos concentrarnos en que no salgan gravemente lastimadas.

Kibō se da la vuelta y empieza a flotar al lado mío.

— Umh, tienes razón, los entrenamientos de Seji-sensei resultan ser muy duros…

— En fin, igual no daré por hecho que ese sea el entrenamiento, pero, aun así, debemos prepararnos para lo peor.

La campana del instituto suena anunciando que las clases están por empezar.

Por la mañana intento concentrarme en mis clases, pero no puedo por estar pensando en lo que pasó con mi diamante.

¿Será que finalmente me está aceptando?

Antes parecía estar medio salido de mi mano, ahora y a pesar de seguir siendo un objeto y no una marca como el de los demás, ya no está salido porque se ha incrustado más.

Espero que eso no sea algo realmente malo.

Pero si pude crear mi arma quizás eso signifique que realmente me está aceptando, aunque no me siento con más esperanza ni nada.

Como ya es costumbre en todas estas clases, me la paso dibujando tonterías o haciendo figuras en mi cuaderno mientras pienso.

Así paso las clases hasta la hora de almuerzo en donde me reúno con Makoto.

Kenji al parecer no ha asistido hoy al instituto.

Makoto y yo comemos tranquilamente hasta que decide romper el silencio.

— Oye Uraseku, ¿has estudiado para los exámenes parciales?

— Nah, no estudiaré un mes antes, falta mucho para que se lleven a cabo.

— ¿En serio? Pero si los exámenes parciales empiezan esta semana, son pasado mañana.

¡¿Pasado mañana?!

Me atoro con el bocado que tenía en la boca y Kibō empieza a golpearme en la espalda para que no me ahogue.

— ¡¿De qué hablas?!

— El aviso está en el tablón de anuncios del primer piso.

Makoto me mira bastante decepcionado.

— Eres miembro del consejo estudiantil, no puedes permitirte el tener bajas notas, si te reúnes con tus amigos que mejor sea para estudiar.

¡Maldita sea, no sabía que los exámenes parciales serían tan pronto!

— ¡Tch, espero que tengan tiempo para ayudarme a estudiar!

Kibō parece estarse riendo de mi desgracia.

— ¡Cállate, Kibō!

— Hablando del consejo estudiantil… — agrega Makoto.

Volteo a ver a Makoto mientras sigo comiendo mi almuerzo.

— Después de los exámenes deberías ir a las reuniones ya que desde que formas parte no te has presentado ninguna vez.

— Había olvidado que era parte del consejo estudiantil…— respondo con indiferencia.

Makoto suelta un gran suspiro.

— Es muy típico de ti…

Él y yo seguimos comiendo y después del almuerzo pasamos a las ultimas horas de clases.

Al momento de salir del instituto, Kibō y yo nos dirigimos directamente a casa.

En el camino me topo con Miru-chan y con Hiroki.

Les hablo acerca de los exámenes parciales, mientras que Hiroki se muestra sorprendido a Miru-chan pareciera no preocuparla.

— ¡¿Cómo?! ¡¿ya se acercan los exámenes?! — grita Hiroki bastante preocupado.

— El aviso ha estado en el tablón de anuncios del primer piso desde hace un mes. — le responde Miru-chan.

Espera, ¿estaba anunciado desde hace un mes?

Nuestras preocupaciones ahora son el tema de los diamantes… ¡y a los ineficientes del instituto no les importa en lo más mínimo y nos siguen cargando de trabajos!

Supongo que el sistema educativo japones es bastante fuerte en comparación con el de mi país natal…

— ¿Estudiaron?

— Pues yo no…

— Tampoco yo…

Al parecer Hiroki tampoco ha estudiado.

— ¡Tengo una idea! ¿Qué tal si les ayudo a ambos? — dice Miru-chan bastante alegre.

— Maldición…— decimos Hiroki y yo al mismo tiempo.

Mientras subimos los escalones para llegar a la casa de Seji-sense hablamos sobre las posibles cosas que vendrían en los exámenes.

La mayoría de los temas por algún motivo me suenan, pero con la suerte que tengo es muy probable que termine reprobando.

Justo al llegar a la cima, los espíritus de nuestros diamantes salen, Ai, Chikara y Kibō se saludan alegremente.

Miru-chan da un gran respiro en señal de cansancio.

— Uff… ¿por qué son tantos escalones?

— Es una montaña.

— Al menos deberían poner un ascensor.

— Umh, ¿dónde habré oído eso antes…? — se pregunta Kibō.

Vemos a Seji-sensei salir de casa con una gran olla y un saco lleno de elotes y a Chie salir con lo que parecen ser condimentos.

— ¡Hola! — nos saluda Chie alegremente.

— Llegan tarde.

— Lo lamento, Seji-sensei. Estaba esperando a que ellos terminaran de subir. Por cierto, ¿para qué es eso?

— Haré elotes locos, ¿para qué más sería?

— Casi cualquier cosa que se hace con elote requiere una olla…

Hiroki y Miru-chan parecen bastante confundidos.

— ¿Elotes locos? ¿qué es eso?

— Verán, primero se hierve el elote en agua, cuando esté blandito le pones un palo y encima le echas lo que quieras, mayonesa, kétchup, salsa negra, mostaza y queso, tienes un elote loco.

— ¡¿Cómo se le puede llamar comida a eso?! — le dice Hiroki muy confundido.

— Aquí comen pescado crudo…— le respondo de forma irónica.

Vemos a Neko-chan y a Chisato-chan terminando de subir los escalones.

Neko-chan parece muy cansada, especialmente porque viene casi cargando a Chisato.

— Ya llegamos…

— ¿Por qué tardaste tanto…?

Neko-chan la tira al piso muy molesta.

— ¡Habríamos venido antes si no te hubiera tenido que cargar! ¿eh…?

Miran a Seji-sensei.

— ¿Qué está haciendo el anciano? — pregunta neko-chan de forma irónica.

— ¡Dejen de verme haciendo elotes y empiecen a prepararse!

¿Prepararnos? Si lucharemos contra él deberíamos planear una estrategia…

— Seji-sensei, ¿para qué debemos prepararnos? ¿y qué haremos?

— ¿Qué harán? Yo qué sé, corre estírate, sube las gradas, barre o trapea la casa o lo que sea que te ayude a calentar para la batalla de después.

Lo suponía, realmente es una batalla de el contra todos nosotros, deberíamos…

— Serán los chicos contra las chicas, obviamente yo no lucharé, aprovechen su tiempo para estirar y planear sus estrategias.

¿Será una batalla de chicos contra chicas?

¡Maldición, como no lo vi! Seji-sensei prepara elotes locos, obviamente no se metería en esta pelea.

En ese caso la única alternativa sería una batalla entre nosotros.

Como sea, este es un buen momento para que Hiroki, Chikara, Kibō y yo pensemos en una estrategia.