¿Por qué seguí a una desconocida? Quizá porque era hermosa o porque estaba demasiado ebria como para negarme. Tal vez fue porque ella era la única persona viva que había visto en meses.
Pensaba estas y otras cosas mientras me encontraba acostada en el asiento de atrás de una vieja camioneta, desde donde podía ver a la desconocida manejar. No sabía qué esperar, a dónde íbamos, quién realmente era ella o por qué estaba allí.
—¡Despertaste! Por un momento pensé que te habías muerto —dijo Jin—ah mientras sorteaba unos cuantos obstáculos, era evidente su destreza para manejar.
Yo no tenía nada para decir, por eso me limité a mirar por la ventana, tratando de adivinar a dónde me llevaría.
—Entonces... no eres muy conversadora —dijo mientras detenía el auto en lo que parecía un refugio rodeado de tablones de madera. Era una casa rodeada por unos cuantos edificios.
—Hablas mucho... —me quejé.
—¡Oh!... la señorita puede hablar, por un momento pensé que te habías quedado muda.
Jin—Ah salió del coche, miró los alrededores antes de acercase a la puerta bloqueada, luego le dio 3 toques, tal vez era una clase de código.
Eso me indicaba que no estaba sola, el sólo pensar en lo que me esperaba detrás de esas puertas me ponía algo ansiosa.
—Princesa, acaso estás esperando una invitación —dijo Jin—Ah, viendo que yo aún permanecía en el vehículo después de que alguien abriera la puerta del refugio.
Ella me había dejado sola en la camioneta, quizás esa era mi única oportunidad para salir de ese lugar conduciendo.
—Soy una idiota... —murmuré mientras dejaba ir mi única oportunidad de escapar.
Me bajé del coche. Aquel sitio al que ella me había llevado, no era ningún lugar que pudiera reconocer.
—Qué alivio, por un momento pensé que te robarías mi coche —Dijo Jin—ah, dejando salir una carcajada.
"Estuve a punto de hacerlo" — dije para mis adentros mientras miraba a la maldita de rostro hermoso. Ahora tenía que aceptar las consecuencias de mis actos, probablemente este era un refugio de caníbales o algo parecido.
Al acercarme a Jin—Ah, pude ver quién había abierto la puerta, era un niño.
—Ya regresé, mocoso, y traje a una invitada.
—Noona... Los ancianos ya te habían hablado sobre traer extraños al refugio.
—No te preocupes, ella es buena chica —afirmó Jin—ah con una sonrisa.
Luego me miró, se detuvo y tomó mi mano, arrastrándome al interior del refugio.
—Chloe, este es el refugio del cual te hablé. —aseguró sin soltarme la mano, mientras parecía buscar un lugar en específico.
Mientras era arrastrada, pude notar que ese lugar estaba repleto de personas. Me hizo recordar a uno de los tantos refugios que colocó el ejército antes de... bueno, bombardear las ciudades.
Jin—ah se detuvo enfrente de una de las muchas casas de campaña que había en el patio de aquella gran casa, tocó tres veces antes de que le abriera una mujer de mediana edad vistiendo una bata médica.
—Hey Doc., traje a una nueva refugiada —dijo Jin—ah a la mujer.
—Jin... sabes lo que esos idiotas te dijeron...— dijo llevándose la mano a su cara y suspirando—, olvídalo, ven, tráela adentro.
La mujer nos dejó pasar. Al entrar vi muchos objetos médicos, Jin—ah me señaló una silla, me senté en ella sin decir una palabra, la mujer abrió las gavetas de una de las mesas, tomó un termómetro y un estetoscopio para después sentarse en otra silla frente a mí.
—Hola, me puedes llamar Susan, soy la doctora de este lugar —dijo presentándose.
Hizo una seña con sus manos y me pidió que abriera la boca para tomarme la temperatura.
—¿Qué es este lugar? —finalmente decidí hablar, la doctora me miró para después darle una mala mirada a Jin—Ah.
—Esto era un refugio que la Guardia Nacional construyó para resguardar a las personas sin hogar, para que no se vieran afectados por el virus —la doctora hizo una breve pausa para anotar algo en una libreta—, cuando la Guardia Nacional cayó, muchas personas vinimos aquí para refugiarnos.
La doctora se levantó de su asiento para cerrar la entrada de la casa de campaña, luego se volteó hacia mí.
—Bueno, ahora desnúdate.
¿Qué cosa? ¿Acaba de pedirme que me desnude? Mis mejillas empezaron a pintarse de rubor.
—Disculpa... —dije confundida. Estaba algo avergonzada.
—Que te quites la ropa —repitió la doctora.
—Es para chequear si tienes mordidas —interrumpió Jin—ah al ver mi confusión.
La doctora se rio al entender la situación, lo que me hizo sentir mucho más avergonzada. Entendía lo de tener que chequearme por mordidas, ¿Pero por qué Jin—Ah seguía aquí?
—Oye Jin, podrías darle algo de privacidad —le dijo la doctora a Jin—Ah al notarme algo incómoda.
Jin se dio cuenta de lo que estaba pasando y se sonrojó un poco antes de acercarse a la salida. Cuando estaba a punto de salir ella me miró y me hizo una señal de que estaría esperando afuera.
Cuando la entrada se cerró, procedí a quitarme la ropa que llevaba puesta, me sentía algo incomoda al desnudarme enfrente de una desconocida, pero al mismo tiempo me daba algo de nostalgia, al recordarme cuando el mundo no se basaba en sobrevivir o morir, aquellos días cuando era normal ir a un chequeo médico cada cierto tiempo.
La doctora empezó con su revisión. Y alrededor de unos 10 minutos más tarde, me dijo con estoicismo:
—Ya puedes vestirte.
Recogí la ropa que dejé sobre una de las mesas. Mientras me vestía la doctora escribía datos en su libreta. Cuando acabé de vestirme se acercó a mí.
—Chloe, bienvenida al refugio — dijo sonriente—. Estás en buena salud, ya puedes ir con Jin.
La doctora parecía una buena persona, antes de retirarme le devolví la sonrisa y me despedí con la mano. Jin me estaba esperando en la salida.
—Entonces vamos, te enseñaré los baños —dijo Jin—Ah agarrando mi mano nuevamente, ¿esta chica me seguía tratando como a una niña o será que todavía pensaba que si me soltaba desaparecería?
—¿Baños? —cuestioné. Jin—Ah se detuvo, me miró.
—Apestas, Chloe.
Su repuesta me avergonzó a tal punto que mi cara se volvió roja como si de un tomate se tratara.
—Apesto... bueno, no es que afuera hubiera muchas formas de darse higiene —murmuré.
Esa malvada chica asiática simplemente sonrió y continuó el camino hasta los baños, al llegar me entregó una toalla y lo que parecía ser jabón.
—Ahora báñate, princesa apestosa.
En serio que estaba comenzando a odiar a esta chica.
—Mientras te bañas te buscaré algo limpio que vestir —dijo Jin—Ah antes de salir del baño.
Me desnudé y abrí el grifo, el agua estaba fría. Me sorprendió que este lugar aún la tuviera. También me extrañaba ver a tantas personas reunidas en un mismo sitio... ¡Tenía tanto tiempo sin darme un baño apropiado!
Sin darme cuenta se me salieron las lágrimas, y mi pecho se sentía pesado, porque hasta hace poco pensaba que los humanos no habían sido capaces de sobrevivir al virus, que tal vez yo era la única sobreviviente. Aunque me sentía aliviada, también me sentía triste por no tener a nadie.
—¿Te encuentras bien? —una voz que parecía de Jin—Ah preguntaba del otro lado de la cortina.
—... Si estoy bien —respondí.
—Está bien no estar bien. —Jin se quedó en silencio por un momento—. Te dejaré la ropa aquí afuera, puedes cambiarte, te esperaré
Sequé mis lágrimas y me preparé para vestirme, aquellas palabras seguían en mi mente. "Está bien no estar bien", murmuré a mí misma. Al salir del baño, Jin estaba ahí, justamente afuera como había dicho.