Chereads / Pandora: Castillo de arena / Chapter 6 - La Chica Perdida

Chapter 6 - La Chica Perdida

El sol brillaba a través de las cortinas, despertándome de mi sueño. Cuando abrí los ojos, me encontré con Jin, sonriéndome. Su sonrisa era contagiosa, y pronto, yo también sonreí.

—Buenos días, Chloe.

—Buenos días, Jin —le contesté.

Era verdad todo lo que había pasado el día anterior. No lo podía creer, pero allí seguía. Estaba sana y salva en un refugio. Parecía un sueño, demasiado bueno para ser real. Pero, aunque me pellizcara, el sueño no terminaba.

A pesar de eso, no podía evitar pensar en lo sospechoso que se veía todo aquello. Sin darme cuenta, la expresión de mi rostro se oscureció. Jin parecía haber notado mi cambio de expresión, ella desvió la mirada y por momentos pensé haber notado un ligero cambio también en su rostro.

—¿Has dormido bien? —Dijo Jin regresando a mirarme.

Me pareció muy extraña su actitud.

—Sí —le respondí, sosteniendo su mirada.

—Me alegro —dijo Jin, sonriendo—. Debes tener hambre. Vamos a desayunar.

Algo estaba mal. ¿Estaba siendo demasiado desconfiada? Una idea en mi cabeza me impelía a cuidarme de tanta calma. ¿Sería una especie de síndrome post guerra?

Asentí y la seguí fuera de la tienda. El aire era fresco, y el sol brillaba con fuerza. Era un día precioso en este pequeño infierno que ahora llamábamos tierra, aunque sabía que era la primera vez que había estado aquí. Algo simplemente me era muy familiar.

—Vaya, qué azul está el cielo —dije mientras caminábamos por los pasillos.

Jin permanecía callada, solo sonreía. Ciertamente el cielo irradiaba un azul pacífico y acogedor. Me hubiera gustado quedarme a contemplarlo por un largo tiempo.

—Sí, lo está. —dijo de repente, y me cogió de la mano, llevándome hacia el comedor—. Después de comer te presentaré a mis amigos... Son muy buena gente, seguro que te querrán.

La sonrisa de Jin era marcada. En sus mejillas se formaban pequeños hoyuelos. Aunque todo parecía tan bueno e increíble, el sentimiento de incertidumbre inundaba mi ser.

—Vale, pero antes vamos a comer —decidí devolverle la sonrisa.

Caminamos tomadas de la mano hacia el comedor. La gente nos saludaba a nuestro paso. Parecían amables y contentos. La expresión de sus rostros era tan simpática, que parecía como si me conocieran desde hacía muchos años.

Caminando al comedor sentí que alguien se acercó desde atrás, y volteé para cuidar nuestra espalda.

Allí venía una mujer que andaba al mismo ritmo que nosotras. Nuestras miradas se cruzaron, estaba segura de que la expresión de aquella desconocida reflejaba odio.

—Hola, Jin —dijo la mujer haciendo una transición. Su voz suave y la expresión de gentileza, no cuadraba con la primera impresión que me dio.

¿Lo habría imaginado? No sabía si mi predisposición para estar siempre alerta me estaba jugando en contra.

—Hola, Mary —respondió Jin.

Cuando escuché su nombre, sentí una especie de deja vú. ¿Dónde había visto antes a aquella chica? Sentí cierta tensión entre ambas, pero parecía que intentaban ocultarlo.

—¿Es tu nueva amiga? —preguntó Mary, mirándome.

Yo me mantuve en silencio, las miraba a ambas, aunque ellas se sonreían una a la otra, había algo que no encajaba.

—Sí —dijo Jin, sonriendo—. Se llama Chloe. Es nueva aquí.

Mary llevó una mano a su cabeza, bajó su mirada, tomó un pequeño suspiro, antes de ofrecerme la otra mano.

—Encantada de conocerte, Chloe.

—Encantada de conocerte a ti también— contesté, al mismo tiempo que le tendía la mía.

Sostuvimos el apretón de manos. Yo la miraba directamente, a la vez que Mary también mantenía su mirada fija hacia mí. Finalmente, Jin golpeó ligeramente el hombro de Mary. La chica dejó ir mi mano, y me dio una sonrisa para después voltearse hacia Jin.

—Bueno, las dejo solas —dijo Mary, dando la vuelta y alejándose.

—Gracias —dijo Jin.

Cuando se fue, en un tono de voz muy bajo le dije a Jin:

—No pude evitar sentir algo extraño al interactuar con esa chica. —Ella solo sonrió.

—Créeme que era notorio —me dijo después, bajando la mirada.

Me pareció que Jin no me estaba diciendo todo. Más bien como que evadía hablar acerca de Mary. ¿Habrían tenido una relación? ¿Por qué no quería hablarme de aquella chica? ¿Era antipatía lo que sentí de parte de Mary? ¿Estaba celosa de mi? A pesar de las preguntas que me hacía, no quise comentarle nada a Jin.

Un par de horas más tarde, Jin decidió darme un paseo por el refugio. La gente estaba ocupada, trabajando, aprovechando su día. Era un ambiente ajetreado pero agradable.

Hicimos una pausa en un rincón tranquilo, observando el bullicio de la vida diaria en el refugio. Jin pareció reflexionar por un momento antes de hablar de nuevo.

—Chloe, he estado pensando en algo —dijo Jin, con un tono más pensativo.

—¿Sobre qué? —pregunté, sintiendo una extraña mezcla de curiosidad y aprensión.

—Sobre el virus y cómo ha cambiado todo... —Jin miró alrededor, asegurándose de que nadie nos escuchara—. ¿Alguna vez te has preguntado si realmente entendemos lo que enfrentamos?

Mis cejas se alzaron en sorpresa.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que... a veces las cosas no son lo que parecen. Me gustaría saber si sabes algo más de lo que has dicho: Los infectados... esta zozobra constante ¿Qué sucede detrás de todo esto? A veces pienso que hay algo que aún no vemos claramente.

—¿Quieres saber si yo sé algo más? —Quería entender correctamente lo que decía. Jin asintió lentamente antes de responder.

—Sí, a veces siento como si alguien hubiera abierto una caja que nunca debió ser abierta. Y lo que salió de esa caja... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas —Es algo más profundo, algo que toca lo más oscuro de nuestra existencia.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

—Eso suena... aterrador. —dije.

Traté de darle un tono jocoso a su comentario, pero no me fue muy bien en el intento.

Mi mente todavía giraba con preguntas y temores. Jin me miró, como queriendo avanzar más profundo hacia sus pensamientos, pero parecía insegura de que yo estuviera captando su sentir.

—¿Has escuchado el mito de la caja de Pandora? —Jin mencionó el nombre casi con misterio, mirándome a los ojos, y percibí que estaba evaluando mi reacción.

Cuando escuché "Pandora", una alarma se encendió en mi cabeza, pero como no tenía claridad de lo que era, decidí negar. Estaba llena de intriga, pero decidí no decir nada.

—En la mitología griega, Pandora abrió una caja que liberó todos los males del mundo. —fue lo que dije.

Nuevamente Jin aguardó mi reacción, pero como sólo mostré interés en el mito, continuó.

—Pandora liberó muchos males de su caja, pero quedó algo en el fondo: la esperanza. —Ahora Jin parecía inspirada, quería seguir escuchándola, así que mostré atención. —Este mundo puede parecer un infierno ahora, pero mientras tengamos esperanza, podemos luchar contra cualquier cosa. Incluso contra los males que alguien haya desatado intencionalmente.

Tomé una profunda respiración y me llené de la vitalidad del aire. Pensé en lo que ella decía. Temblé de pavor al pensar que alguien hubiera provocado el virus que había traído tanto caos al mundo. El miedo y la confusión era ahora la realidad que a diario nos asediaba. Pero muy en el fondo sentí un atisbo de esperanza debido a sus palabras. La chica asiática me miró, y cerró su discurso con una frase:

—Quizá si permanecemos juntas, —Tomó mi mano y la asió con fuerza —tal vez, solo tal vez, podamos enfrentar lo que sea que venga.

Eso me pareció muy tierno. Me sonrojé al sentir su mano aferrada a la mía. Había algo tan profundo entre nosotras, que no parecía que nos conociéramos solo desde hacía unas horas.

—¿Quién está a cargo de este lugar? —pregunté, para dar un giro a la conversación, mientras caminábamos alrededor del refugio.

—John es el que está a cargo, escuché que era un soldado. Y la doctora Susan es quien le ayuda. Ella comprueba nuestra salud, y si alguien se infecta, ella se ocupa —respondió Jin.

Recordé a la doctora y su inspección, pero el nombre del líder me parecía familiar, aunque algunos recuerdos estaban borrosos, sabía que conocía a un John. Habíamos servido juntos en el medio oriente. Y me sería imposible olvidarme de él. Pero sería mucha casualidad si se tratara de aquel idiota. Era muy improbable.

—¿Y cómo lo han organizado todo? —pregunté con la intención de conseguir la mayor de cantidad de información de ese lugar.

—Cuando empezó la infección, la gente corría por todas partes y se moría. Un grupo de gente se reunió y decidió ordenar las cosas. John y los demás son los que ayudaron a construir los refugios y a establecer las normas —me explicó Jin—. Todo el mundo trabaja y pone de su parte.

Por lo visto, algunos decidieron quedarse para tratar de reconstruir sus vidas en ese lugar. Si él siguiera vivo también sería de los idiotas que se quedarían.

—¿Jin, crees que sea posible para mí el conocer al tal John?

Jin se detuvo repentinamente, volviéndose hacia mí.

—Por supuesto, pero ¿por qué quieres conocerlo? ¿Ocurre algo? —preguntó Jin, y su voz se oyó seria.

Algo me decía que Jin tenía alguna preocupación.

—No, es sólo que cuando vine aquí, mencionaste al líder, y bueno, siento curiosidad por él —respondí, fingiendo.

Jin se tomó unos segundos antes de regresar a su típica sonrisa.

—Vale —dijo Jin, sonriendo—. Vamos a reunirnos con él.

Me llevó a la oficina de John, y mientras caminábamos se mantuvo en silencio frente a una puerta.

—Aquí estamos —dijo Jin mostrándome la puerta.

Mi reacción natural fue acercarme y llamar a la puerta. Antes de tocar, alcancé a escuchar una conversación que se desarrollaba adentro.

—No puede ser una coincidencia John —decía una voz— El virus apareció justo después que esos extraños meteoritos cayeran del cielo. Y ahora, esas cosas monstruosas están por todas partes.

Aguardé. No reconocía la voz que hablaba, y esperé a ver si la voz que respondía era la del John que yo conocía.

—¿Estás diciendo que esto está conectado a cosas cósmicas? ¿No estarás pensando en invasiones alienígenas?

Era su voz. ¿Sería posible? Toqué la puerta un tanto ansiosa. Un nudo comenzó a formarse en mi garganta.

—Solo digo que hay demasiadas coincidencias. Y he oído rumores... —La puerta fue abierta por el primer interlocutor, sin que dejara de hablar: —¡Son demasiadas preguntas sin respuestas! Pero ahí te dejo las pruebas... Revisa los documentos.

El hombre que hablaba salió de la oficina, disculpándose al pasar frente a nosotras. Desde adentro, escuché la voz que me parecía conocida.

—Adelante —la voz grave que conocía muy bien me invitó a entrar.

—Hola —dije, entrando en la habitación.

—Ah, hola —dijo John sin dejar de mirar unos documentos con símbolos extraños que sostenía en sus manos. Luego levantó la vista, guardó el folio y se dirigió a mí —Tú debes de ser la chica nueva que trajo Jin.

Cuando vi su semblante, lo supe de inmediato.

—¿Johni? —le dije al hombre.

Él, sorprendido, levantó la mirada hacia mí y permaneció en silencio por unos segundos antes de levantarse.

—No es posible, ¿Sargento? —dijo el hombre, caminando alrededor de la mesa.

Este maldito idiota siempre me ha sorprendido. Asentí y lo abracé, era el único impulso que me importaba en ese momento. No sabía cómo reaccionar, era como ver a una persona regresar de entre los muertos.

—Sargento —repitió el hombre.

—No pasa nada, John —le dije—. Puedes llamarme Chloe.

—Chloe —susurró el hombre—. No puedo creer que seas tú de verdad.

—Creo que soy dura de matar —dije, soltando el abrazo.

—En efecto —respondió John, sonriendo.

Miré alrededor de la habitación, parecía una oficina de los típicos jefes de películas americanas.

—¿Así que eres tú el que manda? —Pregunté.

—Sí, así parece —respondió John.

De nuevo, me invadía la sensación de haber estado anteriormente en este lugar.

—Bueno, sargento —empezó John—, ¿cómo le ha ido?

No estaba segura si su intención era molestarme. ¿Por qué John me llamaba sargento? él nunca me había llamado así. Y las veces que lo hacía era simplemente para fastidiar.

—Por favor, llámame Chloe —le interrumpí.

—Muy bien, Chloe —dijo John, sonriendo.

—Bueno, he estado bien —dije, sentándome.

—¿Cómo has sobrevivido todos estos años? —preguntó, sentándose también.

—Después de que la defensa de Nueva York cayera, Dilan, la teniente, y yo, logramos salir apenas.

—Ya veo. ¿Y qué pasó con la teniente y Dilan?

Jhon levantó su mirada para verme. Parecía querer medir mi reacción con aquella pregunta.

—Murieron —respondí, bajando la mirada.

—Lo siento —dijo John. Pareció no encontrar la reacción que esperaba.

—No pasa nada —dije, levantando la vista y sonriendo.

—Entonces, ¿qué has estado haciendo todos estos años? —preguntó John.

—No mucho —respondí mirando a la puerta donde pude ver a Jin esperando afuera—. Sólo viajaba de un lugar a otro, tratando de sobrevivir. Después, Jin me encontró y me trajo aquí —hice una pequeña pausa, obviando la parte en que me suicidaba—. John, ¿qué pasó con el resto del escuadrón?

—Bueno, después de perder contacto con el batallón que estaba en el puente, tuvimos que evacuar la ciudad —respondió John—. Perdimos a mucha gente buena. —John miraba hacia abajo—. Intentamos permanecer juntos, pero al final, solo quedamos muy pocos, y cada uno siguió su camino.

Jin abrió la puerta lentamente.

—¿Está todo bien? — Parecía que estaba un poco preocupada de que nuestra conversación se hubiera extendido tanto.

—Sí —respondió John, sonriendo— Todo va bien, pasa adelante.

—Lo siento —dije, girándome para mirar a Jin. —No quería hacerte esperar.

John se levantó.

—Bueno, sarg... digo Chloe, me alegra volverte a ver. Y ya que estás aquí... —dijo mientras caminaba hacia un estante y agarraba una carpeta que extendió hacia mí— ...Antes que te vayas, toma esto.

—¿Qué es esto? —pregunté mientras sostenía la carpeta.

—Que llegaras en este momento tiene que ser un milagro. Pero agradezco que haya sucedido. Es bueno contar con gente que entienda los asuntos de seguridad —John se volteó y se sentó en su escritorio—. Lee esta información y cuando lo hagas hablaremos. Me gustaría conocer tu opinión.

No sabía a qué se refería, pero simplemente asentí.

—Entonces nos vemos Johnny —me despedí y volteé hacia Jin, quien parecía estar muy confundida.

—¿Lo reconoces? —susurró Jin a mi oído mientras salimos de la oficina de John.

Asentí con la cabeza, mientras ella me miraba sorprendida.

—Sí, estábamos en la misma unidad.

—¿Estabas en el ejército? —Jin alzó la voz sorprendida. Yo me reí.

—Sí, así es.

—No tenía idea. ¿Cómo es que no me lo dijiste?

—No es algo de lo que acostumbre hablar.

—¿Por qué? —preguntó Jin, sorprendida.

—Es que no me gusta escarbar en el pasado.

—Ah — expresó Jin con un gesto de decepción.

—Mira, no es nada personal —le dije—. Es solo que un pasado doloroso no es motivo de conversación.

—Bueno, y esa carpeta que te dio John —me preguntó Jin cambiando el tema.

—No lo sé —le respondí levantando los hombros—. Parece ser algo importante —añadí.

Antes de que pudiéramos continuar conversando, el ruido de una multitud llamó nuestra atención. Jin fue inmediatamente a ver qué estaba ocurriendo y yo la seguí. Cuando llegamos, un grupo de personas estaba rodeando a un anciano que estaba arrodillado ante dos jóvenes.

—¿Dónde está mi nieta? —gritaba el anciano mientras agarraba una de las piernas de los jóvenes.

—Lo siento viejo, no tuvimos otra opción que dejarla —dijo el otro joven.

—Estaba oscureciendo y tu nieta se separó por buscar a ese perro —añadió el joven del cual el anciano se aferraba.

—¡La dejaron atrás! —dijo el anciano alzando la voz—. ¡Bastardos, han dejado atrás a mi nieta!

La multitud empezó a murmurar.

—Abuelo, por favor, cálmate —dijo el más joven de los dos chicos.

—¡Tienen que salir a buscarla! —gritó el abuelo—. Alguien tiene que hacerlo.

—Anciano, salir a estas horas es un suicidio —respondió el joven al que el anciano se aferraba.

—Nadie saldrá esta noche —dijo el chico mayor—. Lo siento, pero nadie va a salir.

—No voy a quedarme mirando mientras mi nieta está ahí fuera, sola —gritó el anciano—. Alguien tiene que salir a buscarla.

La multitud guardó silencio.

—Anciano, no podemos enviar a nadie —dijo el chico mayor—. Es demasiado peligroso.

—Mi nieta está ahí fuera —gritó el anciano.

Me sentía mal por aquel octogenario, pero estaba a punto de oscurecer y probablemente su nieta ya estaba muerta. Jin de repente se abrió paso por la multitud.

—Yo iré por la chica —dijo, dejando a toda la multitud en silencio.

—Jin —gritó el mayor de los dos jóvenes—. No puedes hacer esto.

—Voy a ir —respondió Jin—. Me conoces, Mark. Sabes que la traeré de vuelta.

—No voy a dejar que lo hagas —dijo el chico mayor—. Es demasiado peligroso.

—Ella está ahí fuera —contestó Jin—, alguien tiene que ir a buscarla —se volvió hacia el anciano que seguía arrodillado—. Señor, no se preocupe, su nieta volverá.

El anciano se quedó sin habla, las palabras de Jin lo conmovieron hasta las lágrimas. Asintió con la cabeza. Jin se dio la vuelta y corrió hacia la entrada, yo instintivamente corrí detrás de ella.

—¡Jin, espera! —gritaron los jóvenes y después corrieron detrás de nosotras.

Corrí tras Jin, pero no podía seguirla. La perdí de vista y no supe a dónde había ido. El joven me alcanzó y me detuvo.

—¿Estás loca? Chica nueva —me dijo el joven

— ¿Por qué la has seguido? ¿No sabes lo peligroso que es ahí fuera?

—No puedo dejarla ir sola —respondí.

—Pues ven con nosotros —dijo el joven.

—¿Con ustedes? —pregunté.

—Sí, iremos tras ella —dijo el joven.

—¿Cómo te llamas? —le pregunté.

—Mark, y este chico es Jonathan, mi hermano —añadió apuntando al otro chico.

—Soy Chloe —dije.

—Vamos —dijo Mark, corriendo hacia la entrada.

Jonathan y yo lo seguimos.

—Chicos sean rápidos y silenciosos —dijo Mark antes de que llegáramos a la entrada—. Procuremos no despertar a los caníbales.

Cuando salimos del refugio pudimos ver la silueta de Jin entrando a la camioneta con la que me había traído al refugio. Mark corrió hacia la puerta del conductor para después detenerse y con la mano hacerle una señal a Jin de que bajara la ventana.

—Si planeas detenerme, Mark, puedes olvidarlo —dijo Jin con un tono desafiante mientras bajaba la ventana, señalando el armamento que llevaba en la camioneta.

—Abre la puerta. No te detendré, te ayudaremos —respondió Mark.

—¿Estás seguro, Mark? —preguntó Jin, mirándole seriamente.

—Sí, pero date prisa y no hagas ruido. La noche está cayendo —respondió Mark, abriendo la puerta y subiendo al asiento del copiloto.

Jonathan y yo también entramos en la furgoneta y nos sentamos en el asiento trasero.

—De acuerdo —dijo Jin, arrancando la furgoneta y poniéndose en marcha.

El sol se estaba poniendo y la calle estaba desierta, no había ninguna señal de vida.

—¿Dónde fue la última vez que vieron a Lisa? —preguntó Jin mientras manejaba.

—Nos separamos de ella, cerca de aquella escuela primaria, la que está junto a la gasolinera —respondió Mark.

—¿Qué? ¡Ese lugar está fuera de los límites! —reclamó molesta Jin a los chicos.

—Lisa quería traerle materiales a los niños. —intentaba justificar se Jonathan —. Todo hubiera salido como lo planeamos si Lisa no hubiera decidido separarse del grupo.

—¿Por qué haría eso? —preguntó Jin, volviéndose para mirar a Jonathan.

—Porque su perro se le escapó —respondió Jonathan—. Intentamos detenerla, pero la conmoción llamó a muchos infectados.

—Así que me están diciendo que la razón por la que Lisa está perdida es porque ustedes no pudieron controlar ¡a su maldito perro! —les gritó Jin a los chicos.

—No, no fue culpa nuestra, no lo entiendes —dijo Jonathan nervioso—, no tuvimos elección, el perro se escapó y Lisa lo perseguía.

—Sí, claro —dijo Jin negando con la cabeza.

—Ya llegamos —interrumpió Mark.

Jin detuvo el auto cerca de la gasolinera para después bajarse, los demás la seguimos.

—Nos dividiremos en grupos de dos, Chloe y yo revisaremos la escuela y ustedes revisarán la gasolinera y sus alrededores.

—De acuerdo —dijo Mark.

Se apertrecharon con las armas que tenían en el carro. Tenían que ir preparados para defenderse

—Vamos —dijo Jin, caminando hacia la escuela.

—Ten cuidado —le pidió Jonathan.

—Tú también —contestó Jin.

Jin y yo nos dirigimos a la escuela, pudimos ver un gran número de infectados pululando por ahí; inmediatamente nos agachamos y caminamos por los lados para pasar desapercibidas.

—Lo siento, Chloe —murmuró Jin—, por arrastrarte a esto.

—Eres una chica muy heroica —dije en broma.

Jin me miró sonriendo.

—Y eso es lo que me hace tan cool.

—Sí. Eso y tu humildad —le dije para bromear y seguí caminando.

Después de unos minutos caminando llegamos a la puerta principal de la escuela. Jin abrió lentamente la puerta y entró, yo la seguí.

Nos dirigimos al edificio principal y registramos todas las aulas. Jin se movía con una destreza impresionante, su rostro sereno, pero ferozmente determinado, me dejaba sin aliento.

Mientras avanzábamos por los oscuros pasillos, el silencio de la escuela parecía presagiar un peligro inminente. Mis sentidos estaban en alerta máxima.

—¿Estás bien, Chloe?― Susurró Jin

—Sí, estoy bien. ―dije tratando de ocultar mi nerviosismo ―Solo necesito mantenerme enfocada.

La tensión en el aire era palpable mientras avanzábamos. Cada sombra parecía esconder una amenaza invisible.

Mis ojos no podían evitar desviarse hacia Jin. Me atraía de una manera que no podía explicar. Pero no era momento para pensar en eso, teníamos que encontrar a Lisa y salir de allí lo antes posible.

—¿Crees que deberíamos seguir adelante? ― La voz de Jin me sacó de mis cavilaciones.

—Sí ―Le dije mirando a ambos lados― es mejor asegurarnos de que no quede nadie más en peligro aquí dentro.

Repentinamente, escuchamos un gruñido gutural proveniente del pasillo por el que teníamos que pasar. Jin se detuvo en seco, levantando una ceja en señal de alerta. Nos miramos brevemente, intercambiando miradas. Sabíamos lo que teníamos que hacer.

—Esto no va a ser fácil. ―dije tragando saliva

—Pero no tenemos otra opción. ―Respondió Jin asintiendo ―Vamos a pasar.

Con cautela nos acercamos a la entrada. La oscuridad del interior parecía devorar la luz que se filtraba desde una ventana. Me preparé sintiendo el peso familiar del arma en mis manos sudorosas. Jin asintió con la cabeza.

—Estoy lista cuando tú lo estés ―Susurré en voz baja.

—Vamos, tenemos que ser rápidas y precisas. ― Respondió Jin respirando hondo

Avanzamos lentamente, y lo que vimos nos heló la sangre.

En el centro del aula, un grupo de infectados nos miraban con saña. Sus cuerpos retorcidos y ensangrentados se contorsionaban en una grotesca mueca.

—¿Qué hacemos ahora? ― pregunté con voz temblorosa

—Luchamos ― dijo Jin con determinación- No podemos dejar que nos agarren.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, el miedo se apoderaba de mi mente, pero el rostro imperturbable de Jin me recordó que no podíamos permitirnos flaquear.

Nos lanzamos al combate con fiereza, enfrentándonos a los infectados con una rapidez que me sorprendió incluso a mí misma.

—¡A tu izquierda Jin! ― advertí

—¡Lo tengo! ― respondió Jin mientras disparaba con certeza.

Cada disparo que resonaba en el claustro de la escuela, era un golpe contra la oscuridad que amenazaba consumirnos. Jin luchaba a mi lado, llenándome de una extraña calma en medio del caos que nos rodeaba. Juntas, éramos imparables.

Escuchamos un grito proveniente de una de las aulas cercanas. Era la voz de Lisa.

—¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdenme!

—¡Eso viene de allí! ― grité ― ¡Vamos!

Corrimos hacia la dirección del grito, sin pensar en las posibles consecuencias.

—¡Lisa! —gritó Jin llegando al lugar—. Lisa... ¿estás aquí?

—Jin —dijo una débil voz.

La voz venía de un cuarto que estaba en el fondo, parecía el aula del director. Jin se acercó corriendo.

—¿Lisa estás ahí? —gritó.

—Sí —respondió la voz.

Jin corrió hacia la puerta e intentó abrirla, pero estaba cerrada con llave.

—Abre, Lisa —dijo Jin, golpeando la puerta.

—No puedo —respondió la voz.

—No tenemos tiempo para esto —dijo Jin—. Abre la puerta.

—No puedo — repitió la voz aterrorizada.

Jin sacó su cuchillo e intentó descoyuntar la cerradura de la puerta.

—Espera, Lisa —dijo Jin—. Voy a echar la puerta abajo.

Jin empezó a golpear la puerta con el hombro, el ruido se esparcía a través de la escuela.

—¡Jin apresúrate! —le dije mientras miraba a los alrededores buscando enemigos.

—Está funcionando, la puerta casi cede —respondió.

Podía oír a las bestias malolientes acercándose.

—Jin, date prisa —le advertí.

—Lisa, ¿estás lista? —preguntó Jin.

—Sí —contestó la voz.

Jin dio un último portazo, y la puerta se abrió. Entramos en la habitación e inmediatamente vimos a una mujer joven, más o menos de nuestra edad, encogida en un rincón de la habitación.

—¡Lisa! —dijo Jin, corriendo hacia la mujer y abrazándola, mientras la mujer la recibía con lágrimas en los ojos.

—No pasa nada —dijo Jin, abrazándola con fuerza.

Mientras Jin socorría a Lisa, dos infectados corrían en nuestra dirección y se abalanzaron hacia nosotras con ferocidad.

—¡Jin! ¡Están aquí! ― Grité preparando el arma ―Para salir de aquí necesitamos eliminar a esos infectados primero.

Lisa nos miraba con verdadero terror

—¡Rápido, dispara! ― Me gritó Jin, al tiempo que apuntaba su arma también hacia los infectados.

Disparamos con precisión, apuntando a la cabeza para asegurarnos de incapacitarlos de inmediato. Los disparos resonaron en el aula, mezclándose con los gritos de los infectados y los sollozos de alivio de Lisa.

—¡Vamos, salgamos de aquí Lisa!

Corrimos por el pasillo despejado. Estábamos a salvo por ahora, pero sabíamos que la amenaza no había desaparecido por completo. Con corazones acelerados, empezamos a buscar una salida segura de esa pesadilla.

—¡Chicas, infectados! —grité al ver cómo unos infectados comenzaron a salir de las escaleras.

Las tres salimos corriendo de la habitación y nos dirigimos a la salida.

—Por aquí —dijo Jin, abriéndonos paso.

Corrimos por el pasillo y nos encontramos con otra horda de infectados, nos dimos la vuelta y volvimos a correr al interior de la escuela, vi una ventana abierta que llevaba al exterior.

—Por ahí —le avisé a Jin.

—¡Lisa ve tú primero! —le gritó Jin a la chica.

Lisa corrió hacia la ventana para subirse, cuando lo hizo, los infectados estaban muy cerca y no nos daba tiempo para subir.

—Lisa ve a la gasolinera, ahí te encontraras con Mark y Jonathan —le gritó Jin a Lisa antes que ambas saliéramos corriendo a las escaleras que llevan a la azotea.

—¿Y tú? —preguntó Lisa.

—No te preocupes por nosotras —dijo Jin.

Lisa saltó por la ventana y aterrizó afuera en el suelo, luego corrió hacia la gasolinera. Jin y yo nos dirigimos hacia la azotea, el sol se había puesto casi por completo y el cielo parecía como si estuviera a punto de llover. Aseguramos la puerta.

—Al parecer estamos atrapadas —dijo Jin mientras se sentaba en el suelo.

—Bueno, eso no está tan mal —dije, sentándome a su lado.

—Eres idiota, Chloe —dijo Jin, sonriendo.

—Puede, pero me alegro de estar aquí contigo —dije devolviéndole la sonrisa.

—Al menos no está lloviendo —bromeó Jin, e inmediatamente después de decirlo comenzó a llover.

—Bueno, eso que has dicho sí ha sido una estupidez —le dije riéndome.

—Sí, sí —dijo Jin, riendo también.

Nos sentamos para esperar a que pasara la lluvia.

—Gracias por ayudarme a encontrar a Lisa —dijo Jin, girándose para mirarme.

—No hay problema, pequeña heroína —respondí.

Jin me miró y sonrió mostrando sus lindos dientes.

—Te lo dije, eso es lo que me hace tan cool.

Reímos como niñas. Pero nuestra felicidad no duró mucho, pues nos dimos cuenta de que la temperatura estaba bajando, y estábamos mojadas.

—Chloe, ¿tienes frío? —preguntó Jin.

—Un poco —le dije.

Cuando dije un poco quería decir muchísimo, me estaba congelando viva, pero nunca había sido de las que se quejan en situaciones donde obviamente todos la estamos pasando mal.

—Ven aquí —dijo Jin, acercándose a mí y rodeándome con el brazo—. ¿Mejor?

—Sí, gracias —dije sonriendo.

Jin me acercó aún más y apoyó la cabeza en mi hombro.

—Para serte honesta, yo también tengo mucho frío —dijo Jin mientras reposaba su cabeza en mi hombro.

—No he dicho nada —le respondí.

—No tienes por qué —respondió Jin y luego cerró sus ojos.

—Puedes dormir —le dije, y la abracé para darle calor—, yo me quedaré despierta.

—Gracias —dijo Jin antes de dormirse.