Después de hablar, Su Yin se dio la vuelta y se fue.
Mantuvo su espalda recta mientras se alejaba, sin parecer derrotada.
Aunque su delgado y delicado cuerpo parecía como si pudiera romperse al tacto.
Mientras Su Yin se marchaba.
Todos en el set la miraban.
Con tal asombro que se les caía la mandíbula.
Dejándolos atónitos y en silencio, su atención fija en su partida.
Su figura que se alejaba tenía una terquedad desafiante que no se podía describir, y también llevaba un rastro de belleza trágica, sugestiva de sueños destrozados, desgarradoramente conmovedora contra el telón de fondo del crepúsculo...
La cámara se enfocó en su figura, grabando su silueta que se alejaba.
Sin encuadres deliberados ni filtros, esa escena fue la toma más exitosa del día de grabación.
Dios sabe cuánto tiempo había pasado.
La silueta de Su Yin había desaparecido de su vista hace mucho tiempo.
Solo entonces alguien reunió el valor para preguntar:
—Director Ji, ¿y ahora qué?