—Fue Adrián quien me dio la sensación de hogar. Incluso antes de casarnos, desde mi primera visita formal, todos me pedíais que os llamara abuelo, abuela, padre, madre, tratándome como a un miembro de la familia. No sentí ningún tipo de alienación o rechazo. Naturalmente, me hicisteis integrar —dijo Cindy con calidez.
—Sin querer, he empezado a verme como parte de la familia Zhekova —Cindy se sonrojó encogiendo su cabeza, sus orejas se volvieron rojas.
En una familia regular, estas palabras no tendrían peso.
¡Pero esta es la familia Zhekova!
No podía evitar preocuparse, ¿sus pensamientos darían a los ancianos Zhekova la impresión de que ella está buscando favores deliberadamente, apegándose a la familia Zhekova sin vergüenza?
La Vieja Señora, leyendo su mente, sonrió y dijo: