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Chapter 9 - CAPÍTULO 9: UN DÍA CON LOS HOFFMAN.

Stefania.

 

Como todos los sábados, me levanto a las siete en punto para organizarme e irme con Dastan al hospital. En cuanto llegamos, la encargada del departamento de oncología infantil me dice por dónde podemos empezar y en efecto, así lo hacemos. Me gusta ver como los niños se ponen felices con la presencia de Dastan y como él es tan juguetón y tan amoroso con ellos, él es perfecto para ejercer su trabajo.

 

- Por fin te encuentro Stefania, pensé que no habías venido el día de hoy.

 

- Claro que si señora Hoffman, tendría que ocurrir algo extraordinario para no venir hoy, y usted como se encuentra?. - Le digo al girarme para saludarla con un beso en la mejilla.

 

- Dime Linda... cuantas veces más te lo debo de repetir, no me gustan las formalidades y menos con mis amigos más cercanos.

 

- Lo seguiré intentando... lo prometo.

 

- Señorita Hayden, que sorpresa verla por acá. - Me dice Terry al llegar al lado de su abuela con gran sorpresa.

 

- Buenos días señor Hoffman. - Le contesto.

 

- A no, le voy a pedir al igual que mi abuela que me diga Terry, por lo menos mientras no estemos trabajando o en la oficina.

 

- Lo intentaré... - Les digo a ambos sin dejar de sonreír.

 

- Que pena interrumpirlos, pero creo que Dastan ya no da más... - Me dice la encargada de los voluntarios.

 

Todos nos giramos y el pobre está en el suelo con la lengua afuera, así que lo llamo, me arrodillo y le doy agua.

 

- Ese perro tan lindo es suyo Stefania?. - Me pregunta Terry.

 

- Si, es un perro de terapia, lo traigo todos los sábados desde que vivo en Londres.

 

- Vaya...

 

- Si, así fue que la volví a ver después de la cena y nos hemos hecho grandes amigas. Después de salir del hospital, vamos a comer y de compras, o vamos por ahí. - Comenta la señora Linda.

 

- Vaya Linda, sí que estás llena de sorpresas y de secretos. - Le dice Terry y ella solo le sonríe.

 

- Discúlpeme señorita Hayden, pero los adultos mayores me están preguntando si piensa tocar hoy?. - Me vuelve a preguntar la encargada mientras sigo arrodillada, dándole agua a Dastan.

 

- Si ellos quieren... por supuesto que sí. - Le respondo.

 

- Tocar?. - Pregunta Terry Hoffman.

 

- Si... espera y veras... - Le comenta su abuela.

 

Mientras terminan de organizar todo en el otro salón, converso con la señora Linda sobre los donativos y sobre algunas cosas que se están necesitando en el hospital, cuando veo que Dastan está sentadito y muy quieto mientras Terry le toma una foto, luego este lo acaricia y mi bebe perruno le mueve la cola y yo no puedo evitar sonreír por el cuadro tan tierno que estoy viendo. Definitivamente, Terry tiene un corazón igual de noble que el de él...

 

Nos vamos todos a la cafetería y bebemos un poco de café, mientras hablamos y nos reímos un poco de las ocurrencias de la señora Linda, hasta que una llamada nos interrumpe y hace que Terry se levante de la mesa y se aleje un poco de nosotras.

 

Después de unos minutos, Terry vuelve a sentarse con nosotras, disculpándose por la interrupción y continuamos hablando hasta que después de quince minutos, la encargada nos vuelve a interrumpir, pero para decirme que ya todo está listo y que los abuelitos me están esperando.

 

Llegamos a un salón en donde hay un piano de cola color café oscuro y muchas personas sentadas esperándome. La señora Linda toma asiento con Terry y yo me dirijo hacia el piano y Dastan me acompaña, se acuesta a un lado mío y comienza a comer sus croquetas mientras yo comienzo a tocar.

 

Cuando toco el piano, pierdo la noción del tiempo y todo lo que hay a mi alrededor se desvanece.

 

Durante toda mi vida, el piano para mí ha sido un desahogo, una desconexión del mundo que está a mi alrededor, de mi dolor emocional y físico, mi refugio en muchos momentos cuando la soledad pesa más que otras veces. Cuando las heridas, los moretones en mi piel y a veces hasta los huesos rotos, eran muy pesados para llevar en silencio.

 

No sé por cuanto tiempo me desconecté, pero un aplauso y luego otros que comenzaron a acompañarlo, me sacan de mis pensamientos que tengo al tocar el piano.

 

Al terminar de tocar, me giro hacia donde escuché que se produjo el primer aplauso y quedo totalmente sorprendida. Ahí está él, como en años atrás cuando éramos adolescentes e íbamos al mismo colegio y él me encontraba tocando en el salón de música y me aplaudía al terminar de tocar.

 

Todos los presentes se ponen de pie y aplauden más fuerte, por lo que me avergüenzo un poco. Algunos de los abuelitos se acercan a darme un abrazo y a felicitarme junto con mi perro que está feliz de que lo acaricien.

 

- Guao, no sabía que tocaba el piano Stefania y que lo hiciera tan bien... - Me dice Terry al acercarse con su abuela.

 

- Te lo dije. - Le dice su abuela.

 

- Usted sí que es una caja de sorpresas Stefania. - Dice Christofer al acercarse a nosotros.

 

- Que sorpresa verte, me dijiste que no podrías venir. - Le dice su abuela con una mirada que yo no entendí.

 

- Bueno... terminé lo que necesitaba hacer antes y vine a acompañarte. - Le responde Christofer.

 

- Si... claro... - Comenta Terry en medio de un ataque de tos y Christofer le pega en el brazo.

 

- Abuela!!!. - Dice Terry mientras se acaricia el brazo en donde le acaban de pegar.

 

- Niños... suficiente. - Dice la señora Linda rodando los ojos.

 

- Les parece si vamos a comer algo?. - Les pregunto.

 

- Se adónde podemos ir, Chris... viniste en tu auto?. - Le pregunta Terry a su hermano.

 

- Si.

 

- Señorita Stefania, usted vino en el suyo?. - Me pregunta Terry.

 

- No, porque el fin de semana pasado yo le dije que la devolvería a su casa después de invitarla a almorzar. - Responde la señora Linda en mi lugar.

 

- En ese caso, yo me voy contigo abuela y Christofer puede llevar en su auto a Stefania y a Dastan. - Dice Terry.

 

- A Dastan... - Dice Christofer en susurros.

 

- Si tonto, así se llama el Husky de Stefania.

 

En ese momento, Christofer mira hacia mis pies y ve a mi perro, se agacha y deja que este lo huela para luego acariciarle la cabeza y sus orejas.

 

- Es un perro hermoso... y su nombre de príncipe de Persia le queda muy bien.

 

- Gracias... pero yo creo que es mejor dejar la salida para después, un día en el que traiga mi auto para no causar molestias y más cuando ando con Dastan... - Comento.

 

- De ninguna manera... - Intenta decir la señora Linda pero su nieto la interrumpe.

 

- A mí no me molestar ser su chofer por hoy y menos con semejante compañía. - Dice Christofer al levantarse.

 

- Stefania, por favor acepte... - Me ruega Terry.

 

- Esta bien, está bien... - Respondo algo derrotada.

 

Salimos todos del hospital y nos separamos para subirnos en los respectivos automóviles. Christofer se adelanta y me abre la puerta del copiloto de su auto para que me suba, le doy las gracias y llamo a Dastan para que se suba en mis piernas, este lo hace de inmediato sin titubear. Christofer cierra la puerta para luego rodear el auto y subirse, cuando el enciende el auto, su hermano pasa a su lado en su BMW bajando la ventanilla de su abuela quien va a su lado.

 

- Dastan puede ir con nosotros... - Menciona al estacionarse al lado nuestro.

 

- No te preocupes, él va con nosotros. - Le responde Christofer.

 

- Si les parece, la señora Linda y yo podemos cambiar de auto. - Comento, pero de inmediato me quedo callada por la mirada que Christofer me dedica.

 

- No es necesario. - Responde él mientras me observa con una ceja levantada.

 

- Bueno... nos vemos en el restaurante. - Dice Terry para luego salir en su auto con la señora Linda.

 

- Así soy de molesto Stefania que no quiere ir conmigo?. - Me pregunta Christofer sin dejar de mirarme.

 

- No es eso, es solo que no quiero que se le vaya a ensuciar el auto con el pelo que pueda soltar Dastan, como está mudando pues... - Intento decir.

 

- Pues nada, a mí no me molesta. De hecho, mi hermano y yo siempre quisimos tener un perro, pero mi padre nunca no lo permitió porque Terry cuando era pequeño era un poco enfermizo. A él le gusta la ventanilla abajo, verdad?. - Me pregunta.

 

- Si mucho... - Le contesto.

 

- Bueno amigo, enamora a las chicas. - Le dice mientras lo acaricia y luego enciende el auto para arrancar y bajarle la ventanilla a mi perro.

 

Salimos del parqueadero del hospital y cuando parábamos en algún semáforo, todo el mundo se quedaba viendo a Dastan y decían dentro de sus autos que es un perro muy bonito, yo solo sonreía en el camino viendo como echaba para atrás sus orejitas con el viento, pero comienzo a sentir una mirada sobre mí. Volteo hacia Christofer y él me observa por momentos, porque no puede descuidar el camino.

 

- Dígame algo Stefania... en dónde aprendió a tocar el piano y de esa manera?.

 

- Mi madre murió unos meses después de que yo nací. Decían que era una excelente pianista y conforme iba creciendo, sentí que por medio del piano podía estar cerca de ella y tal vez compartir un gusto mutuo. Escuchaba las piezas y por oído aprendí a tocarlas, he tomado algunas clases pero solo lo hago como un hobbie, un desahogo, nada más...

 

- Pues déjeme decirle que lo hace muy bien, hasta podría hacerlo profesionalmente. Hace mucho tiempo que no escuchaba que alguien tocara el piano de esa manera y que pudiera transmitir tanto...

 

- Gracias, pero no es para tanto, creo que está exagerando un poco. - Le comento mientras acaricio a mi perro.

 

- No estoy exagerando y soy un hombre que me considero que tengo buen gusto y si le digo que usted toca muy bien... es porque es así.

 

- Por dios, pero que modestia... - Comento, nos miramos y luego nos reímos.

 

- Sabe... debería de sonreír con más frecuencia ya que se ve muy bonita cuando lo hace. No me malentienda, usted es una mujer muy hermosa, pero cuando sonríe como que todo se ilumina...

 

Al escucharlo, no puedo evitar avergonzarme y creo que hasta sonrojarme, giro mi cabeza hacia la ventanilla cuando me doy cuenta de que ya hemos llegado a nuestro destino. Escucho cuando Christofer abre su puerta para luego cerrar, rodea el auto nuevamente y me abre la puerta. Dastan salta y él me da la mano para ayudarme a salir. Cuando salgo, veo nuestras manos unidas porque él después de un momento, no ha querido soltarme la mano y solo me observa.

 

- Christofer... mi mano... - Le digo en un susurro.

 

- Este lugar está muy bonito... no lo conocía. - Escucho a lo lejos hablar a la señora Linda, por lo que de inmediato jalo mi mano para que Christofer me suelte.

 

- Quién no los conociera, dirían que ustedes hacen una muy bonita pareja. - Comenta Terry para luego reírse cuando observa nuestros rostros.

 

Entramos en el lugar que es muy cómodo, campestre y algo rustico, pasamos el resto de la tarde ahí, fue un momento agradable y muy relajado para todos.

 

Ya entrada la noche, todos quisieron llevarme a mi apartamento. Terry y la señora Linda, nos siguieron en su auto hasta llegar a la dirección que le había dado a Christofer.

 

- Muchas gracias por traerme y me disculpo por todas las molestias que le haya podido causar hoy. - Le digo en cuanto llegamos a la entrada de mi edificio.

 

- Stefania... deje de disculparse por cosas que no tienen importancia y que además no han sido ninguna molestia para mí. - Me responde.

 

- De todas maneras... muchas gracias. - Le vuelvo a decir para luego girarme para abrir la puerta.

 

- Permítame... - Me dice para luego abrir su puerta y salir del auto.

 

Salgo de este en cuanto él me abre la puerta nuevamente y cuando lo hago, la señora Linda y su hermano están a su lado para despedirse de mí.

 

- Pero que bonitos apartamentos. - Menciona la señora Linda.

 

- Muchas gracias a los tres por el día de hoy, la pase muy bien. Bueno... la pasamos muy bien, verdad Dastan?. - Apenas termino, él ladra un par de veces y mueve la cola.

 

- Para nosotros también fue un día muy agradable. - Comenta Terry.

 

- Y con muchas sorpresas... - Dice Christofer.

 

- Muy agradables... verdad?. - Dice ahora la señora Linda y sus nietos asienten ante sus palabras.

 

- Nos vemos el lunes, buenas noches. - Digo al despedirme de ellos con un abrazo y un beso en la mejilla para cada uno.

 

- O quien sabe... - Susurra Christofer mientras esta agachado despidiéndose de Dastan.

 

- Adiós amigo. - Vuelve a decir él, pero en un tono de voz normal hacia mi perro.