—Sss... Sss... —De vuelta en la Mazmorra de Tartus, un grupo incontable de delgadas serpientes se deslizaba por todo el suelo de la cámara. Convergían en el centro y se enrollaban unas sobre otras, formando un gran trono. El proceso parecía hermoso.
Nyssa escaneó la cámara con sus ojos enfurecidos y se dio la vuelta. Dobló sus rodillas y aplanó sus gordos glúteos desnudos sobre el asiento.
Las serpientes en su cabeza formaban una impresionante corona. Cruzó sus carnosos muslos y se recostó de un lado. Su rostro ovalado mostraba una expresión pensativa.
El carisma de esta señora afectaba a todas las serpientes circundantes, incluso a las mujeres serpiente del Tercer Círculo, a las que llamaba colectivamente hermanas.
—He cometido un error. Parece haber un demonio de alto rango en esa mazmorra... —El súbito cambio en el habla de Nyssa no era nuevo para sus hermanas. Ahora estaba hablando en parseltongue. Un humano normal solo podría escuchar siseos.