Habían pasado unas pocas horas desde que partieron y, a pesar de ralentizar ocasionalmente para recolectar semillas o raíces de algunas plantas que Lex pensaba que tenían usos interesantes, el dúo había hecho buen progreso. Lex viajaba a un trote ligero para no agotar su resistencia, pero para acelerar su viaje. De hecho, ya estaban a la vista de un pueblo desde donde Lex podría comprar una bicicleta. En cuanto a cómo haría el pago... Lex se sentía avergonzado de admitir que tendría que pedir dinero prestado a Tiffany, ya que no tenía idea de qué tipo de moneda funcionaba en este mundo. Afortunadamente, la pequeña niña ya le había asegurado que ella podría comprarla.