—Tu día del juicio ha llegado —dijo Augusto.
—¡No puedes! Si me matas, ¡no seguirás a salvo! —dijo Sarenna.
—¡No le tengo miedo a nadie! —Augusto se rió con desdén, apretando la fuerza vital de Sarenna—. Deberías haber estudiado bien antes de adentrarte en nuestro territorio. Ahora, pagarás el precio por tu ignorancia y tu insolencia. Serás enterrada justo aquí, ahora mismo.
Sarenna suplicó lamentablemente, —No, por favor no lo hagas —Ella secretamente acumuló sus poderes oscuros, esperando acabar con Augusto de un golpe.
Pero lo que Sarenna no tuvo en cuenta fue que a Augusto no le importaba tratar a las mujeres con suavidad. Y por no mencionar que la consideraba un monstruo que no merecía seguir viviendo a pesar de que era tan hermosa como una diosa. Ignoró sus súplicas y aplastó el núcleo vital de la maga carmesí entre sus dedos hasta convertirlo en polvo.
En un instante, Sarenna perdió sus poderes y su cuerpo empezó a marchitarse.